Lectoaperitivos de cuentos breves y fábulas en verso

EL GATO BANDIDO
Michín dijo a su mamá:
“Voy a volverme Pateta,
y el que a impedirlo se meta
en el acto morirá.
Ya le he robado a papá
daga y pistolas; ya estoy
armado y listo; y me voy
a robar y matar gente,
y nunca más (¡ten presente!)
verás a Michín desde hoy”.
Yéndose al monte, encontró
a un gallo por el camino,
y dijo: “A ver qué tal tino
para matar tengo yo”.
Puesto en facha disparó,
retumba el monte al estallo,
Michín maltrátase un callo
y se chamusca el bigote;
pero tronchado el cogote,
cayó de redondo el gallo.
Luego a robar se encarama,
tentado de la gazuza,
al nido de una lechuza
que en furia al verlo se inflama,
mas se le rompe la rama,
vuelan chambergo y puñal,
y al son de silba infernal
que taladra los oídos
cae dando vueltas y aullidos
el prófugo criminal.
Repuesto de su caída
ve otro gato, y da el asalto
“¡Tocayito, haga usted alto!
¡Déme la bolsa o la vida!”
El otro no se intimida
y antes grita: “¡Alto el ladrón!”
Tira el pillo, hace explosión
el arma por la culata,
y casi se desbarata
Michín de la contusión.
Topando armado otro día
a un perro, gran bandolero,
se le acercó el marrullero
con cariño y cortesía:
“Camarada, le decía,
celebremos nuestra alianza”;
y así fue: diéronse chanza,
baile y brandy, hasta que al fin
cayó rendido Michín
y se rascaba la panza.
“Compañero”, dijo el perro,
“debemos juntar caudales
y asegurar los reales
haciéndoles un entierro”.
Hubo al contar cierto yerro
y grita y gresca se armó,
hasta que el perro empuñó
a dos manos el garrote:
Zumba, cae, y el amigote
medio muerto se tendió.
Con la fresca matinal
Michín recobró el sentido
y se halló manco, impedido,
tuerto, hambriento y sin un
real.
Y en tanto que su rival
va ladrando a carcajadas,
con orejas agachadas
y con el rabo entre piernas,
Michín llora en voces tiernas
todas sus barrabasadas.
Recoge su sombrerito,
y bajo un sol que lo abrasa,
paso a paso vuelve a casa
con aire humilde y contrito.
“Confieso mi gran delito
y purgarlo es menester”,
dice a la madre; “has de ver
que nunca más seré malo,
¡oh mamita! dame palo
¡pero dame qué comer!”
Rafael Pombo
Colombia
(gazuza: hambre.)
♦
SONATINA
La princesa está triste… ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste, la princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
—la princesa está pálida, la princesa está triste—,
más brillante que el alba, más hermoso que abril!
—«Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—;
en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».
Rubén Darío
Nicaragua
♦
LA CABEZA DEL RAWÍ
¿Cuentos quieres, niña bella?
Tengo muchos que contar:
de una sirena de mar,
de un ruiseñor y una estrella;
de una cándida doncella
que robó un encantador;
de un gallardo trovador
y de una odalisca mora,
con sus perlas de Bassora
y sus chales de Lahor.
Cuentos dulces, cuentos bravos,
de damas y caballeros,
de cantores y guerreros,
de señores y de esclavos;
de bosques escandinavos
y alcázares de cristal;
cuentos de dicha inmortal,
divinos cuentos de amores
que reviste de colores
la fantasía oriental.
Dime tú: ¿de cuáles quieres?
Dicen gentes muy formales
que los cuentos orientales
les gustan a las mujeres;
así, pues, si eso prefieres
verás colmado tu afán,
pues sé un cuento musulmán
que sobre un amante versa,
y me lo ha contado un persa
que ha venido de Hispahán.
Enfermo del corazón
un gran monarca de Oriente,
congregó inmediatamente
los sabios de su nación;
cada cual dio su opinión,
y sin hallar la verdad
en medio de su ansiedad,
acordaron en consejo
llamar con presura a un viejo
astrólogo de Bagdad.
Emprendió viaje el anciano;
llegó, miró las estrellas;
supo conocer en ellas
las cuitas del soberano;
y adivinando el arcano
como viejo sabedor,
entre el inmenso estupor
de la cortesana grey,
le dijo al monarca: «¡Oh Rey!
Te estás muriendo de amor».
Luego, el altivo monarca,
con órdenes imperiosas
llama a todas las hermosas
mujeres de la comarca
que su poderío abarca;
y ante el viejo de Bagdad,
escoge su voluntad
de tanta hermosura en medio,
la que deba ser remedio
que cure su enfermedad.
Allí ojos negros y vivos;
bocas de morir al verlas,
con unos hilos de perlas
en rojo coral cautivos;
allí rostros expresivos;
allí como una áurea lluvia,
una cabellera rubia;
allí el ardor y la gracia,
y las siervas de Circasia
con las esclavas de Nubia.
Unas bellas, adornadas
con diademas en las frentes,
con riquísimos pendientes
y valiosas arracadas;
otras con telas preciadas
cubriendo su morbidez;
y otras, de marmórea tez,
bajas las frentes y mudas,
completamente desnudas
en toda su esplendidez.
En tan preciada revista,
ve el Rey una linda persa
de ojos bellos y piel tersa,
que al verle baja la vista;
el alma del Rey conquista
con su semblante la hermosa,
y agitada y ruborosa
tiembla llena de temor
cuando el altivo Señor
le dice: «Serás mi esposa».
Así fue. La joven bella
de tez blanca y negros ojos,
colmó los reales antojos
y el Rey se casó con ella.
¿Feliz, dirás, tal estrella,
Emelina? No fue así:
no es feliz la Reina allí
la linda persa agraciada,
porque ella está enamorada
de Balzarad el rawí.
Balzarad tiene en verdad
una guzla en la garganta,
guzla dúlcida que encanta
cuando canta Balzarad.
Vióle un día la beldad
y oyó cantar al rawí;
de sus labios de rubí
brotó un suspiro temblante…
Y Balzarad fue el amante
de la celestial hurí.
Por eso es que triste se halla
siendo del monarca esposa,
y el tiempo pasa quejosa
en una interior batalla.
Del Rey la cólera estalla,
y así le dice una vez:
«Mujer llena de doblez:
di si amas a otro, falaz».
Y entonces de ella en la faz
surgió vaga palidez.
Sí —le dijo—, es la verdad;
de mi destino es la ley:
yo no puedo amarte, ¡Oh Rey!
porque adoro a Balzarad.
El Rey, en la intensidad,
de su ira, entonces, calló;
mudo, la espalda volvió;
mas se veía en su mirada
del odio la llamarada,
la venganza en que pensó.
Al otro día la hermosa
de parte de él recibió
una caja que la envió
de filigrana preciosa;
abrióla presto curiosa
y lanzó, fuera de sí,
un grito; que estaba allí
entre la caja, guardada,
lívida y ensangrentada
la cabeza del rawí.
En medio de su locura
y en lo horrible de su suerte,
avariciosa de muerte
ponzoñoso filtro apura.
Fue el Rey donde la hermosura,
y estaba allí la beldad
fría y siniestra, en verdad,
medio desnuda y ya muerta,
besando la horrible y yerta
cabeza de Balzarad.
El Rey se puso a pensar
en lo que la pasión es,
y poco tiempo después
el Rey se volvió a enfermar.
Rubén Darío
Nicaragua
(hurí: Cada una de las mujeres bellísimas creadas, según los musulmanes, para compañeras de los bienaventurados en el paraíso. Guzla: Instrumento de música de una sola cuerda de crin, a modo de rabel, con el cual los ilirios acompañan sus cantos. Arracada: Arete con adorno colgante.)
♦
MARGARITA, ESTÁ LINDA LA MAR
A Margarita Debayle
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar:
tu acento.
Margarita, te voy a contar
un cuento.
Este era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes.
Un kiosco de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como tú.
Una tarde la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti.
Cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y mas allá;
mas lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: “¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé;
¿y qué tienes en el pecho,
que encendido se te ve?”
La princesa no mentía,
y así, dijo la verdad:
“Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad.”
Y el rey clama: “¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura! ¡Qué capricho!
El Señor se va a enojar.”
Y dice ella : “No hubo intento:
yo me fui no sé por qué;
por las olas y en el viento
fui a la estrella y la corté.”
Y el papá dice enojado:
“Un castigo has de tener:
vuelve al cielo, y lo robado
vas ahora a devolver.”
La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.
Y así dice: “En mis campiñas
esa rosa le ofrecí:
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en Mí.”
Viste el rey ropas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.
Rubén Darío
Nicaragua
♦
ERA QUE SE ERA
Era- érase que se era
Juani- Juanito y su abuela.
Comi- comían en plato
hierbi- hierbitas del campo.
Juga- jugaban de día
co- con madera en astillas.
Dormi- dormían de noche
so- sobre el techo de un coche.
Tra- trabajaban un poco
do – donde Elías el loco.
Barri – barrían su puerta
gana – ganaban monedas.
Con – con – con ellas compraban
cami – camisas de lana.
Y así, Juanito y su abuela
pasaban la vida entera.
Juga- jugando, saltando
comi – comiendo y cantando.
Y mu – mucho se reían
de todo lo que veían:
Ni – ni – niños con carteras,
ma – ma – madres con sus cuentas,
Pa – pa – padres preocupados
vie – vie – viejos asustados,
Va – va – vacas y conejos
ca – ca – caballos y cuervos.
Y ja -ja -ja se reían
de no – noche y de – día.
María de la Luz Uribe
Chile
♦
EL RENACUAJO PASEADOR
El hijo de Rana, Rinrín Renacuajo,
salió esta mañana muy tieso y muy majo
con pantalón corto, corbata a la moda,
sombrero encintado, y chupa de boda.
“¡Muchacho, no salgas!”, le grita mamá,
pero él le hace un gesto y orondo se va.
Halló en el camino a un ratón vecino,
y le dijo: “¡Amigo!, venga usted conmigo,
visitemos juntos a doña Ratona
y habrá francachela y habrá comilona.”
A poco llegaron y avanza Ratón,
estírase el cuello, coge el aldabón,
da dos o tres golpes, preguntan: “¿Quién es?”
—”Yo doña Ratona, beso a usted los pies.”
—”¿Está usted en casa?” —”Sí, señor, sí estoy;
y celebro mucho ver a ustedes hoy;
estaba en mi oficio, hilando algodón,
pero eso no importa; bienvenidos son.”
Se hicieron la venia, se dieron la mano,
y dice Ratico, que es más veterano:
“Mi amigo el de verde, rabia de calor,
démele cerveza, hágame el favor.”
Y en tanto que el pillo consume la jarra
mandó la señora traer la guitarra
y a Renacuajito le pide que cante
versitos alegres, tonada elegante.
—”¡Ay! de mil amores lo hiciera, señora,
pero es imposible darle gusto ahora,
que tengo el gaznate más seco que estopa
y me aprieta mucho esta nueva ropa.”
—”Lo siento infinito, responde tía Rata,
aflójese un poco chaleco y corbata,
y yo mientras tanto les voy a cantar
una cancioncita muy particular.”
Mas estando en esta brillante función
de baile y cerveza, guitarra y canción,
la Gata y sus Gatos salvan el umbral,
y vuélvese aquello el juicio final.
Doña Gata vieja trinchó por la oreja
al niño Ratico maullándole: “¡Hola!”
Y los niños Gatos a la vieja Rata
uno por la pata y otro por la cola.
Don Renacuajito mirando este asalto
tomó su sombrero, dio un tremendo salto,
y abriendo la puerta con mano y narices,
se fue dando a todos “noches muy felices.”
Y siguió saltando tan alto y aprisa,
que perdió el sombrero, rasgó la camisa,
se coló en la boca de un pato tragón
y éste se lo embucha de un solo estirón.
Y así concluyeron, uno, dos y tres,
Ratón y Ratona, y el Rana después;
los Gatos comieron y el Pato cenó,
¡y mamá Ranita solita quedó!
Rafael Pombo
Colombia
(francachela: RAE 1. f. coloq. Reunión de varias personas para regalarse y divertirse comiendo y bebiendo, en general sin tasa y descomedidamente. gaznate: RAE garguero o gargüero. 1. m. Parte superior de la tráquea. estopa: RAE 1. f. Parte basta o gruesa del lino o del cáñamo, que queda en el rastrillo cuando se peina y rastrilla.)
♦
MIRRINGA Y MIRRONGA
Mirringa Mirronga, la gata candonga,
va a dar un convite jugando escondite,
y quiere que todos los gatos y gatas
no almuercen ratones ni cenen con ratas.
“A ver mis anteojos, y pluma y tintero,
y vamos poniendo las cartas primero.
Que vengan las Fuñas y las Fanfurriñas,
y Ñoño y Marroño y Tompo y sus niñas.”
“Ahora veamos qué tal de alacena.
Hay pollo y pescado, ¡la cosa está buena!
Y hay tortas y pollos y carnes sin grasa.
¡Qué amable señora la dueña de casa!”
“Venid mis michitos Mirrín y Mirrón.
Id volando al cuarto de mamá Fogón
por ocho escudillas y cuatro bandejas
que no estén rajadas, ni rotas ni viejas.”
“Venid mis michitos Mirrón y Mirrín,
traed la canasta y el dindirindín,
¡Y zape, al mercado! que faltan lechugas
y nabos y coles y arroz y tortuga.”
“Decid a mi amita que tengo visita,
que no venga a verme, no sea que se enferme
que mañana mismo devuelvo sus platos,
que agradezco mucho y están muy baratos.”
“¡Cuidado, patitas, si el suelo me embarran!
¡Que quiten el polvo, que frieguen, que barran!
¡Las flores, la mesa, la sopa!… ¡Tilín!
Ya llega la gente. ¡Jesús, qué trajín!”.
Llegaron en coche ya entrada la noche
señores y damas, con muchas zalemas,
en grande uniforme, de cola y de guante,
con cuellos muy tiesos y frac elegante.
Al cerrar la puerta Mirriña la tuerta
en una cabriola se mordió la cola,
mas olió el tocino y dijo “¡Miaao!
¡Este es un banquete de pípiripao!”
Con muy buenos modos sentáronse todos,
tomaron la sopa y alzaron la copa;
el pescado frito estaba exquisito
y el pavo sin hueso era un embeleso.
De todo les brinda Mirringa Mirronga:
—”¿Le sirvo pechuga?” —”Como usted disponga;
y yo a usted pescado, que está delicado”.
—”Pues tanto le peta, no gaste etiqueta:
“Repita sin miedo”. Y él dice: —”Concedo”.
Mas ¡ay! que una espina se le atasca indina,
y Ñoña la hermosa que es habilidosa
metiéndole el fuelle le dice: “¡Resuelle!”
Mirriña la cuca le golpeó en la nuca
y pasó al instante la espina del diantre,
sirvieron los postres y luego el café,
y empezó la danza bailando un minué.
Hubo vals, lanceros y polka y mazurca,
y Tompo que estaba con máxima turca,
enreda en las uñas el traje de Ñoña
y ambos van al suelo y ella se desmoña.
Maullaron de risa todos los danzantes
y siguió el jaleo más alegre que antes,
y gritó Mirringa: “¡Ya cerré la puerta!
¡Mientras no amanezca, ninguno deserta!”
Pero ¡qué desgracia! entró doña Engracia
y armó un gatuperio un poquito serio
dándoles chorizo de tío Pegadizo
para que hagan cenas con tortas ajenas.
Rafael Pombo
Colombia
(zalema: RAE 1. f. coloq. Reverencia o cortesía humilde en muestra de sumisión. indina: RAE 1. adj. coloq. Dicho de una persona, un muchacho generalmente: Traviesa o descarada. 2. adj. vulg. Que no es digno. cuca: RAE 4. f. coloq. Mujer enviciada en el juego. diantre: diablo. turca: RAE 7. f. coloq. Borrachera, embriaguez.)
♦
AMOR EN LA BIBLIOTECA
Cuentan que cuentan que había
una vez una princesa
que vivía en un estante
de una vieja biblioteca.
Su casa era un cuento de hadas,
que casi nadie leía,
que estaba entre un diccionario
y un libro de poesías.
Solamente algunos chicos
acariciaban sus páginas
y visitaban a veces
su palacio de palabras.
Desde la torre más alta,
suspiraba la princesa.
Lágrimas de tinta negra
deletreaban su tristeza.
Es que ella estaba aburrida
de vivir la misma historia
que de tanto repetir
se sabía de memoria:
la bruja que la hechizaba
por envidiar su belleza
y el príncipe rescatándola
y casándose con ella.
Cuentan que cuentan que un día
justo en el último estante
alguien encontró otro libro
que no había visto antes.
Al abrir con suavidad
sus hojas amarillentas
salió un capitán pirata
que estaba en esa novela.
Asomada entre las páginas
la princesa lo miraba.
Él dibujó una sonrisa
sólo para saludarla.
Y tarareó la canción
que el mar le canta a la luna
y le regaló un collar
hecho de algas y espuma.
Sentado sobre un renglón.
el pirata, cada noche,
la esperaba en una esquina
del capítulo catorce.
Ella subía en silencio
una escalera de sílabas
para encontrar al pirata
en la última repisa.
Y se quedaban muy juntos
hasta que salía el sol,
oyendo el murmullo tibio
del mar, en un caracol.
Cuentan que cuentan que en mayo
los dos se fueron un día
y dejaron en sus libros
varias páginas vacías.
Muchos otros personajes
ofendidos protestaban:
–Las princesas de los cuentos
no se van con los piratas.
Pero ellos ya estaban lejos,
muy lejos, en alta mar
y escribían otra historia
conjugando el verbo amar.
El pirata y la princesa
aferrada al brazo de él
navegan por siete mares
en un barco de papel.
Liliana Cristina Cinetto
Argentina
♦
EL DRAGÓN FILIBERTO
El dragón Filiberto
quiere dar un concierto
e invita a sus amigos
a escucharlo cantar
pues ha ensayado tanto
en su clase de canto
que cree que está listo
para un gran recital.
Nadie falta a la cita
en un claro del bosque.
Filiberto nervioso
se dispone a cantar.
Pero entonces ocurre
que enormes llamaradas
le salen por la boca
sin poderlo evitar
y le quema las plumas
a un gorrión distraído,
le chamusca la oreja
a un conejo haragán.
A una ardilla coqueta
se le enciende el vestido
y le incendia la cola
a un zorro charlatán.
Todos los invitados
huyen despavoridos
y el pobre Filiberto
¡BUAH! se pone a llorar.
Patalea en el suelo
y no tiene consuelo:
-No hay caso.¡Qué fracaso!
Nunca podré cantar.
Al verlo deprimido
y descorazonado
una vieja lechuza
lo quiere consolar
y le dice en secreto
que le dará un consejo
para que sin peligro
pueda por fin cantar.
Otra vez Filiberto
organiza un concierto
aunque no es en el bosque
sino en otro lugar.
Pues siguiendo el consejo
de la lechuza sabia
dentro de una bañera
el dragón cantará.
Y así mientras lo escuchan
cantar bajo la ducha
el dragón Filiberto
su sueño cumplirá.
Liliana Cristina Cinetto
Argentina
♦
ANTÓN PIRULERO
Antón Pirulero
se quiere casar
y busca una novia
que sepa bordar,
con hilos de luna,
de flor el dedal,
la aguja de viento
y el hilo cristal.
Antón Pirulero
la salió a buscar
y encontró una ola
a orillas del mar,
que bordaba encajes
de arena y de sal.
¡Ya encontré mi novia,
me quiero casar!
Antón Pirulero
ya no busca más.
Graciela Genta
Uruguay
♦
SAPITO Y SAPÓN
Sapito y Sapón
son dos muchachitos
de buen corazón.
El uno, bonito,
el otro, feón;
el uno, callado,
el otro, gritón;
y están con nosotros
en esta ocasión
comiendo malanga,
casabe y lechón.
¿Qué tienes, Sapito,
que estás tan tristón?
Madrina, me duele
la boca, un pulmón,
la frente, un zapato
y hasta el pantalón,
por lo que me gusta
su prima Asunción.
(¡Niño!)
¿Y a ti, qué te pasa?
¿Qué tienes, Sapón?
Madrina, me duele
todo el esternón,
la quinta costilla
y hasta mi bastón,
pues sé que a Sapito
le sobra razón.
(¡Pero niño!)
Sapito y Sapón
son dos muchachitos
de buen corazón.
Nicolás Guillén
Cuba
♦
En esta mesa de lectoaperitivos, también compartimos fábulas: RAE 1. f. Breve relato ficticio, en prosa o verso, con intención didáctica frecuentemente manifestada en una moraleja final, y en el que pueden intervenir personas, animales y otros seres animados o inanimados.) Aquí vamos con la primera:
FÁBULA DEL ELEFANTE MIEDOSO
Corriendo por la pradera
un elefante venía.
—¿Qué pasa —dice un león—
que corres con tanta prisa?
El elefante, agotado,
levanta la trompa y grita:
—¡Un ratón que me persigue
y que me asusta y me irrita!
Las hienas que allí se encuentran
casi se mueren de risa.
Ya ves, amigo lector,
que —según la fabulilla—
no tiene nada que ver
el valor con las medidas.
Carlos Reviejo
España
♦
ECLIPSE DE SOL
Jugaron a los novios
la luna y el sol;
el sol madrugaba,
pero la novia no;
oscurita la tarde
le daba por salir
justito cuando él
ya se iba a dormir.
De este modo las cosas
marchaban siempre mal;
palomas con mensajes
volaban de aquí y allá;
“amor correspondido
por medio de papel
no es amor duradero”,
siempre escribía él;
y ella le respondía
en este diapasón:
“Oh, sol, es todo tuyo,
tuyo mi corazón…,
amor que no se encuentra
también es grande amor,
quizá el amor más grande
es el que ofrezco yo!”
Pero, entonces un ángel
hizo de mediador,
y volando, volando,
fue al palacio del sol.
Hablaron en secreto
cosas que ignoro yo;
luego volvió otra vez
y a la luna llegó;
le habló quedo al oído
y le habló al corazón.
La luna le decía:
“Despacito, por Dios…
que no oigan las estrellas
lo que me dice el sol…”,
y escuchaba sonriente
rosada de emoción.
Después, al otro día
sucedió, sucedió,
que media hora juntos
estuvieron los dos
diciéndose bajito
lindas frases de amor.
La gente los miraba
(qué curiosa es la gente),
detrás de un vidrio ahumado
como detrás de un lente.
Yo creo que a los novios
la cosa les gustó.
Ya no precisan ángel
que los arregle, no,
porque, de cuando en cuando,
-es la pura verdad-
se dan cita allá arriba
cuando las estrellitas
en el cielo no están.
Esta es la linda historia
de la luna y el sol,
se citan allá arriba
para hablarse de amor.
Hombres que saben mucho,
más que tú y más que yo,
dan en llamar eclipses
a estas cosas del sol;
mas yo, que al ser poeta
me trato con los dos,
les llamo a los eclipses,
amor de luna y sol.
Fernán Silva Valdés
Uruguay
♦
EL CIEMPIÉS COMPRA ZAPATOS
Un día el señor ciempiés
entró en la zapatería.
¡Qué revolución armó!
¿Tantos zapatos habría?
El dependiente, asustado,
pregunta qué quería.
—Zapatos para mis pies,
de seda y de rafia fina.
Cincuenta con sus cordones
y los demás con hebillas.
—¿De qué número los quiere?
—Del veintidós me valdrían.
Pie por pie fueron calzando
hasta los cien que tenía,
y para calzarlos todos
tardaron más de diez días.
Sudaban los dependientes.
Respiran cuando terminan.
¡Qué contento iba el ciempiés,
luciendo por las esquinas
sus cien zapatos brillantes
de seda y de rafia fina!
Carlos Reviejo
España
♦
EL SECRETO DE CATITA
Catita encontró en la plaza
un platillo volador
estaba en medio del pasto
y brillaba como un sol.
“Catita, no tengas miedo”
dijo el Marciano del plato
“Quiero llevarte a volar
aunque sea por un rato…”
Cata lo quedó mirando:
“¿Soys marciano de verdá
o eres un juguete roto
que no sirve para ná?
“Soy Marciano y te elegí
entre todas las niñitas
si tú no crees en mí
¡me darás pena, Catita!”
Catita, por no apenarlo
al platillo se trepó
y entonces el marcianito
por el aire se elevó.
Y volaron muy arriba
más alto que las montañas
pero de pronto bajaron
donde había una cabaña.
“Aquí vive Blanca Nieves”
dijo el marciano a Catita
“¿Quieres ver a los enanos
y jugar en su casita?”
“Mejor déjalos en paz
que se pueden asustar
volvamos más bien a casa
que me esperan a almorzar”.
Y Catita nada dijo
que fue a ver a los enanos
porque nadie iba a creer
que voló con un marciano.
Marcela Paz
Chile
♦
MADRUGADAS
El gallo se enamoró
de una gallina pintada
con transparencias del río,
y plumas de orilla clara.
Ella cantaba en un coro
que se reunía en las gradas
de un cercano gallinero,
a la sombra de una parra.
Él la veía pasar
con un cuaderno de rayas,
donde ella iba anotando
las canciones que estudiaba.
Se saludaban los dos
cuando el camino les daba
una esquina de durazno,
unas piedritas descalzas.
Ella cantó un estribillo
un día por la mañana,
y él cantó en su compañía
una canción clarinada.
Se fueron al otro día
caminando por las chacras.
Para que el cielo se alumbre,
juntos cantan madrugadas,
que son canciones de Luna
mojaditas con escarcha,
que cuentan que por aquí
se cuenta que una mañana,
el gallo se enamoró
de una gallina pintada.
María Cristina Ramos
Argentina
♦
TEJELINDA
Bajando por la pared,
lentamente, silenciosa,
va mirando a todos lados,
Tejelinda cautelosa.
Con los dueños de la casa
no se quiere encontrar.
Le da miedo que la atrapen
y comiencen a gritar.
Después de mucho buscar,
¡por fin halla un escondite!
Detrás de un cuadro moderno
atornillado a un tabique.
Cuando asoman las estrellas
ella sale de paseo,
recorre toda la casa,
va a la pieza de Romeo.
Lo observa desde el techo,
quiere invitarlo a jugar.
El niño duerme tranquilo:
no la puede escuchar.
Se columpia en su tela
mientras inventa un plan.
Luego pierde el equilibrio
¡y a la cama va a parar!
El pequeño se despierta,
lanza un grito aterrador,
sus padres sobresaltados
van camino al corredor.
Tejelinda, asustada,
avanza por la pared,
gracias a sus patas largas,
nada más alcanza a ver.
El padre muy enojado
va en busca de un zapato:
—¡No dejaré que se esconda!
¡Si la pillo, yo la mato!
Tejelinda, sin pensarlo,
teje una telaraña,
se camufla en la pared,
y a todos ella engaña.
Él busca y no la encuentra,
registra en cada rincón:
—Debió ser un sueño, hijo.
Ahora, duérmete, campeón.
El padre apaga la luz,
luego sale de la pieza.
Tejelinda toma aire
y asoma su cabeza.
Mientras trata de volver,
se detiene en una esquina,
reconoce aquel lugar,
hacia el cuadro se encamina.
Una vez que está a salvo,
Tejelinda, tejedora,
suspira muy aliviada
en su cueva acogedora.
Sofía Larraín
Chile
♦
LOS DOS CONEJOS
Por entre unas matas,
seguido de perros
–no diré corría–
volaba un conejo.
De su madriguera
salió un compañero,
y le dijo: —¡Tente,
amigo!… ¿qué es esto?
—¿Qué ha de ser? –responde–;
sin aliento llego…
Dos pícaros galgos
me vienen siguiendo.
—Sí –replica el otro–,
por allí los veo…;
pero no son galgos.
—Pues, ¿qué son? —Podencos.
—¿Qué? ¿Podencos dices?
—Sí, como mi abuelo.
—Galgos y muy galgos,
bien visto lo tengo.
—Son podencos, vaya,
que no entiendes de eso.
—Son galgos, te digo.
—Digo que podencos.
En esta disputa,
llegando los perros,
pillan descuidados
a mis dos conejos.
Los que por cuestiones
de poco momento
dejan lo que importa,
llévense este ejemplo.
No debemos detenernos en cuestiones frívolas,
olvidando el asunto principal.
Tomás de Iriarte
España
♦
LOS DOS AMIGOS
Un enano y un gigante
se encontraron una vez.
Al principio se trataron
con mucho “servir de usted”.
El enano se empinaba
con ganitas de crecer,
y el gigante, agachadito,
lo escuchaba lo más bien.
Pero, pasando unos días,
se acabó el trato cortés.
Al gigante, la cintura
se le estaba por romper,
y al enano le dolían
las puntitas de los pies.
Desparejas amistades
este fin suelen tener.
Germán Berdiales
Argentina
♦
EL BARCO DE LA SEÑORA CUCARACHA
Pensativa,
junto al pozo donde danzan pececitos de colores,
la señora Cucaracha, muy cansada,
de esta suerte suspiró:
—¡Quién pudiera, dulcemente,
en un barco pequeñito atravesar
este lago tan inmenso y tan profundo
que no sé cómo pasar!—
Una rosa que escuchaba
de lo alto, en su magnífico esplendor,
compasiva y bondadosa, tiró al agua
dos estambres y una hoja, sin rumor…
Blandamente, la señora Cucaracha
fue remando sobre el pétalo de la rosa;
cruzó el lago y a su casa retornó,
abrazando a sus hijitos cariñosa.
Cual la rosa, en esta vida
hay que hacer el bien a todos, sin rumor,
ayudarse unos a otros
y poner en toda ayuda mucho amor.
Óscar Jara Azócar
Chile
♦
EL BURRO FLAUTISTA
Esta fabulilla,
salga bien o mal,
me ha ocurrido ahora
por casualidad.
Cerca de unos prados
que hay en mi lugar,
pasaba un burro
por casualidad.
Una flauta en ellos
halló, que un pastor
dejó olvidada
por casualidad.
Acercóse a olerla
el dicho animal,
y dio un resoplido
por casualidad.
En la flauta el aire
se hubo de colar,
y sonó la flauta
por casualidad.
—¡Oh! —dijo el burro—,
¡qué bien sé tocar!
¡Y dirán que es mala
la música asnal!
Sin reglas del arte
burritos hay
que una vez aciertan
por casualidad.
Tomás de Iriarte
España
♦
HISTORIA DEL DIENTE Y EL RATÓN QUE NO SABÍA LEER
En el medio de una risa,
un diente con una carta
está esperando al ratón,
asomado a la ventana.
Quiere pedirle que vuelva
a buscarlo otra semana
y metió adentro del sobre
un dibujo, ocho palabras.
El dibujo es el de un diente
con una flecha clavada.
Las letras dicen: “Más flojo
está el diente de la hermana”.
Pero el ratón que no sabe
nada de hermana y palabras,
pasó y se ha llevado todo:
diente, sobre, flecha y carta.
Argentina
♦
EL PINO DE PIÑAS
El alto pino que no acaba
y que resuena como un río,
desde el cogollo a lo sombrío,
sus puñitos balanceaba.
Unos puñitos olorosos,
apretados de su secreto,
y al negro pino recoleto
tanta piña le daba gozo.
Bajo el pino que la cubría,
Madrecita Burla habitaba
y la vieja feliz criaba
enanito que no veía.
Del tamaño de la lenteja,
y que nunca más le crecía
y en su bolsillo se dormía
ronroneando como abeja.
Cuando a la aldea iba la vieja,
de cascabel se lo ponía,
y lo guardaba, si llovía,
dentro del pliegue de su oreja…
O como rama con madroño,
con su vaivén de trotecito,
le cosquilleaba, el colgadito,
o se soltaba de su moño…
El enano miraba pinos
que se iban y se venían,
por saberse lo que cogían
en sus cien puñitos endrinos,
y una vez que la Madrecita
lo dejó por adormilado,
se subió al empingorotado
y se encontró cosa bendita.
Topando la piña primera,
entró sin doblar la cabeza,
y gritó, loco de sorpresa,
al encontrar iglesia entera.
Oyó una música lejana;
vio arder la cera muy contrita,
y con su mano de arañita,
tomó temblando agua cristalina.
Y a la pila de nuez de plata,
vino un obispo que era de oro,
y bautizó al enano moro
mojando su nuca de rata.
Se abrió una puerta pequeñita,
entró una niña más pequeña,
y se allegó como una seña
a saltos de catarinita.
Vio que a su pecho no llegaba
y de confusa esta roja,
y se dobló como una hoja,
porque era que le saludaba.
En el altar, de gran tesoro,
el obispo tieso y atónito
bendijo los novios de acónito
y soltó música del coro…
La catedral dio un gran crujido
y se partió en castaña añeja,
y lanzó el pino su pareja
sin daño, como cae el nido.
La Madre Burla dormitaba,
tendida al sol como una almeja,
y al despertar tocó en su ceja
una cosa que era doblada…
Y trepaditos a su oído
los dos dieron testimonio
de bautizo y de matrimonio,
y ella lloró del sucedido.
Y con los años que vinieron
les nació un niño y una niña;
cada uno subió a una piña
en donde bautizados fueron.
Y cuenta boca contadora
que aumentó la enana raza
igual que cunde la mostaza
y que prende la zarzamora…
Gabriela Mistral
Chile
(endrino: RAE 1. adj. De color negro azulado, parecido al de la endrina: 2. m. Ciruelo silvestre con espinas en las ramas, hojas lanceadas y lampiñas, y fruto pequeño, negro azulado y áspero al gusto. contrita: Que siente contrición: 2. f. Arrepentimiento de una culpa cometida. acónito: 1. m. Planta ranunculácea de hojas palmeadas y flores azules o amarillas, cuyas variedades son todas venenosas cuando la semilla ha llegado a la madurez. 2. m. Sustancia venenosa que se extrae de esta planta y que tiene uso en medicina.)
♦
ROMANCILLO DEL VIEJO RATÓN
Hay catorce lauchas
en torno a un ratón
viejo, rengo y ciego
pelado y rabón.
—Cuéntenos, abuelo,
lo que le pasó…
Y repite el cuento
que otra vez contó:
—Pito Colorín…
Pito Colorón…
Por una cocina
me paseaba yo.
Limpias las baldosas,
fregado el fogón,
no había en el suelo
ni un grano de arroz.
la señora escoba
todo se llevó.
Pito Colorín…
Pito Colorón…
Dormida en un banco
sobre un almohadón,
una gata negra
hacía rom-rom…
Cuando el gato duerme
pasea el ratón.
Esto lo sabemos
ustedes y yo.
Pito Colorín…
Pito Colorón…
Andaba esa noche
del banco al fogón,
con mi larga cola
como un gran señor.
Pito Colorín…
Pito Colorón…
De pronto descubro,
que allá en un rincón,
un trozo de queso
la escoba olvidó.
Lo que no se barre
lo come el ratón.
Esto lo sabemos
ustedes y yo.
Pito Colorín…
Pito Colorón…
Huelo, me relamo,
doy un mordiscón
y en una trampera
mi cola quedó.
Pito Colorín…
Pito Colorón…
Por comer deprisa
me quedé rabón…
La laucha más laucha
pregunta al ratón:
—¿Y la gata negra
no se despertó?
—Fue por un milagro
que no me comió.
—Este cuento, abuelo,
sirve de lección…
Pito Colorín…
Pito Colorón…
Javier Villafañe
Argentina
♦
LOS TRES HERMANOS
Colorado, colorín,
empecemos por oír
el cuento de tres hermanos
que al Cielo quisieron ir.
Por Pedro obedece el grande,
por Juan despierta el mediano;
el chico ha perdido el nombre
de tanto correr cercados:
Colorín lo llamaremos
por las guindas que ha robado.
Pedro, que es el más serio,
dijo que iría a caballo,
que alguna montaña habría
más alta que el encielado.
Juan dijo que esperaría
volar con su ángel al lado,
cuando el Señor lo llamara
a sentarse en sus estrados.
Pero el diablo Colorín
dijo arriba de un vallado
que él iría y volvería
sin que notaran el daño,
que bastaba no hacer ruido,
saltar y caer parado,
no botar ninguna teja
ni pisar en el sembrado.
Colorín, colorado,
pillaron a Colorín
pues se puso colorado!
Efraín Barquero
Chile
♦
VERSOS SIN FIN
Vuela la liebre
corre el delfín.
El pingüino anda
en monopatín.
La gaviota vuela
por playas sin mar.
Si no te lo crees
lo vuelvo a contar.
Montse Torrents
España
♦
EL CARACOL MARTÍN
Una vez en mi jardín
pasó algo extraordinario:
Se vió al caracol Martin
sentado leyendo el diario.
Le pregunté preocupada:
—Oiga Señor, ¿que le pasa?
El me dijo tristemente:
—Aquí ando, buscando casa.
—¿Que ha pasado con la suya?
fue mi pregunta inmediata.
—La he perdido, —dijo el pobre—
¡Un auto casi me mata!
—No se aflija, Don Martin
le contestó mi hermanita
y en un momento le puso
sobre el lomo una cajita.
Entonces el caracol
se fue a dormir muy contento
porque en lugar de una casa…
¡Tenía departamento!
María Alicia Esaín
Argentina
♦
BALADA DE DOÑA RATA
Doña Rata salió de paseo
por los prados que esmalta el estío,
son sus ojos tan viejos, tan viejos,
que no puede encontrar el camino.
Demandóle a una flor de los campos:
—Guíame hasta el lugar en que vivo.
Mas la flor no podía guiarla
con los pies en la tierra cautivos.
Sola va por los campos, perdida,
ya la noche la envuelve en su frío,
ya se moja su traje de lana
con las gotas del fresco rocío.
A las ranas que halló en una charca
Doña Rata pregunta el camino,
mas las ramas no saben que exista
nada más que su canto y su limo.
A buscarla salieron los gnomos,
que los gnomos son buenos amigos.
en la mano luciérnagas llevan
para ver en la noche el camino.
Doña Rata regresa trotando
entre luces y barbas de lino.
¡Qué feliz dormirá cuando llegue
a las pajas doradas del nido!
Conrado Nalé Roxlo
Argentino
♦
LA NIÑA DE GUATEMALA
Quiero, a la sombra de un ala,
contar este cuento en flor:
la niña de Guatemala
la que se murió de amor.
Eran de lirio los ramos,
y las orlas de reseda
y de jazmín; la enterramos
en una caja de seda.
…Ella dio al desmemoriado
una almohadilla de olor:
él volvió, volvió casado;
ella se murió de amor.
Iban cargándola en andas
obispos y embajadores:
detrás iba el pueblo en tandas,
todo cargado de flores.
…Ella, por volverlo a ver,
salió a verlo al mirador:
él volvió con su mujer,
ella se murió de amor.
Como de bronce candente
al beso de despedida
era su frente, ¡la frente
que más he amado en la vida!
…Se entró de tarde en el río,
la sacó muerta el doctor:
dicen que murió de frío
yo sé que murió de amor.
Allí en la bóveda helada,
la pusieron en dos bancos:
besé su mano afilada,
besé sus zapatos blancos.
Callado, al oscurecer,
Me llamó el enterrador;
¡nunca más he vuelto a ver
a la que murió de amor!
José Martí
Cuba
♦
UNA FAMILIA SINGULAR
Este es el cuento de Blas,
que camina para atrás,
y de su esposa Teresa,
que camina de cabeza;
de sus hijos grandullones,
que van sobre los talones;
del pequeño Ferdinando,
que se desplaza rodando…
y acaba con su hija Inés,
que corre en punta de pies.
(Eso sí: si están cansados,
todos marchan agachados…)
¡Solo en un cuento has de hallar
familia tan singular!
Elsa Isabel Bornemann
Argentina
♦
CUENTO BREVÍSIMO Nº1
Nació de muy chiquitita,
una brujita.
De muy anciana murió,
se evaporó.
Como nada le pasó
en toda su bruja vida…
esta historia se acabó,
embrujecida.
Elsa Isabel Bornemann
Argentina
♦
CUENTO BREVÍSIMO Nº2
Había una vez un gato
que pasaba apuradísimo…
Por aquí pasó hace un rato.
Por eso, el cuento es cortísimo.
Elsa Isabel Bornemann
Argentina
♦
CUENTO BREVÍSIMO Nº3
Pues señor, este es el cuento
de una pícara princesa…
y aquí mismo se termina,
porque la llevaron presa.
Elsa Isabel Bornemann
Argentina
♦
CUENTO BREVÍSIMO Nº4
De un gorrión que se voló
este es el cuento encantado.
Ya empezó. Ya se acabó.
Y colorín colorado.
Elsa Isabel Bornemann
Argentina
♦
CUENTO BREVÍSIMO (Y SINVERGÜENZA) Nº5
Había una vez cierta gente
diferente,
que se bañaba sin malla
en cierta playa.
Tomaba sol en la cola,
entre ola y ola.
Y este cuento llega al fin
—colorín—
con un tono muy tostado
—colorado—.
Elsa Isabel Bornemann
Argentina
♦
CUENTO BREVÍSIMO Nº6
Este cuento no sucede
hasta el año tres mil veinte.
Tenga paciencia y espere
quien quiera que se lo cuente.
(Entretanto, que se siente.)
Elsa Isabel Bornemann
Argentina
♦
CUENTO BREVÍSIMO Nº7
Érase, en primavera,
una flor que dijo MIAU…
(El cuento sólo eso era.
Chau.)
Elsa Isabel Bornemann
Argentina
♦
HABÍA UNA VEZ
Había una vez
una bruja bella
y un príncipe inglés
se casó con ella.
El rey los bendijo,
les dio los anillos;
tuvieron un hijo,
un bosque, un castillo…
Pero una mañana,
la reina —muy cruel—
la convirtió en rana
con veneno y miel.
La rana le dijo:
—¡La bruja soy yo!
¡Será sapo mi hijo!
(lo sapificó)
—¡Con mi amado esposo
de este cuento escapo!
Y al príncipe hermoso
lo transformó en sapo;
en cielo encantado
transformó al castillo;
al bosque, en un prado;
en sol, los anillos…
Y —hoy— en su laguna
—felices los tres—
cantan a la luna
de había una vez…
Y —hoy— la reina llora
su dicha perdida…
y el rey anda —ahora—
de capa caída.
Elsa Isabel Bornemann
Argentina
♦
LEYENDA DEL MAR
Cuenta la leyenda que un día en el mar,
una sirenita se puso a llorar
porque de un joven príncipe se enamoró
y de tanto llorar, así, salado quedó el mar…
El príncipe tenía los ojos azules
y pertenecía a un mundo de tules
de oro y de joyas, de grandes banquetes
de ropas costosas y muchos sirvientes
Solía pasearse solo por las playas
y con la sirena un día tropezó
Sus ojos apenas pudieron creerlo
y de la sirena, él, se enamoró
Mundos diferentes
diferentes mundos
el oro y la arena
fundidos en uno
¨Qué importa quien sos
de donde venís
llévame con vos
con vos quiero ir…¨
El príncipe de oro, le dijo que la amaba
la dulce sirena, de emoción, lloraba
Pero fué muy triste lo que sucedió;
fueron alejados, y todo acabó
porque en el palacio, cuando se enteraron
que el príncipe amaba a una sirena
así, lo encerraron, y murió de pena.
Cuenta la leyenda que se fue a una estrella
que pasó un cometa y en el se subió
y volvió a la tierra y resucitó…
Y todos aquellos que lo habían llorado
pidieron perdón y todo olvidaron…
Y así comprendieron que el príncipe amaba
a aquella sirena que siempre lloraba.
Cuenta la leyenda que el oro y el mar
a veces se funden en el más allá.
El príncipe quiso una gran ceremonia
y al borde del mar besar a la novia
y los invitados entonces supieron
que nunca se muere lo que es verdadero
Mundos diferentes, diferentes mundos
el oro y la sal, fundidos en uno…
Cuenta la leyenda que un día en el mar
una sirenita se puso a llorar
porque de un principe encantado se enamoró
y de tanto llorar, así, salado quedó el mar…
Argentina
♦
LOS GATITOS MELLIZOS
Dos gatitos muy suaves vivían
haciendo ron-ron.
Lo pasaban jugando y durmiendo
Michín y Michón.
Los gatitos querían ser buenos
y portarse bien.
¡Pero cuántas diabluras hacían!
Pasaban de cien…
Cuando estaba tejiendo la abuela
su ovillo cayó.
Nuestro par de gatitos traviesos
sobre él se arrojó.
Escaleras abajo rodaron,
¡patapím-pam-pom!
Enredados, ovillos y gatos,
un solo montón.
Dos paquetes envueltos en lana
en cada escalón,
calladitos y quietos quedaron
Michín y Michón.
Un buen reto les dio la abuelita
al llegar por fin.
Ya no pudo tejerse los guantes
de lana carmín.
Enojada gritó la señora:
“¡No los quiero ver!”
Con gran susto, en las botas de abrigo
fuéronse a esconder.
Más tranquilos, al cabo de un rato,
cansados al fin.
“Tengo hambre”, murmuró bajito
el pobre MIchín.
Escapando de allí a la cocina
corren en tropel,
y se trepan con uñas y garras
al blanco mantel.
El abuelo tenía servida
su leche en tazón.
Gota a gota la tomaron toda
Michín y Michón.
Con el rico manjar de ciruelas
hicieron festín,
y uno de ellos metió la patita
dentro del budín.
En dos saltos llegó a la pileta
y allí se lavó,
pero todo marcado de dulce
el mármol quedó.
¡Qué fresquito y qué divertido
fue aquel chapuzón!
Entre blancas escamas y espuma
de suave jabón.
Sacudiendo el pelaje mojado
apareció el par,
resoplando igual que si hubieran
salido del mar.
Dispararon los pobres mininos
con frío y con tos,
y dejaron el piso manchado
al huir los dos.
Al secarse en el pasto soleado
del verde jardín,
otra vez en sus juegos pensaron
Michón y Michín.
Linda pista de juego la cama,
¡salto viene y va!
En la almohada reposa el sombrero
nuevo de mamá.
Al sombrero le dieron mil vueltas
jugando los dos.
Los adornos, la paja, las cintas,
las flores, ¡adiós!
Cuando vino la pobre señora
dio un chillido atroz.
Las patitas movieron los gatos
en fuga veloz.
Los mininos jamás entendieron
griterío tal.
No querían los gatos, jugando,
causar ningún mal.
Asombrado, el par de gatitos
volvió a su rincón
y durmieron tranquilos su siesta
Michín y Michón.
María Laura Serrano, seudónimo de Julia Daroqui
Argentina
♦
DESCONSUELO
—¿Qué fue de aquel caballito
al que trajo la corriente?
—Se enamoró de repente
de una nereida engreída.
Meciéndose conversaban
las vecinas en el pueblo,
al que quitaban el sueño
con los chimentos del mar.
—Después le dio por nadar
y buscar a la que amaba
que entonces ya se encontraba
en un carruaje real.
Disgustada lo miró
con desdén por la ventana,
sin pena por la lejana
historia de amor fugaz.
—¿Ya no te acordás de mí?
Vine a verte, te extrañaba.
En cardumen recordaba
solo tu imagen pasar.
Tantos collares de perlas,
esmeraldas y topacios
que encontré en viejos naufragios
en noches de soledad.
—Creo que seré Duquesa,
o tal vez Emperatriz.
Solo esto me hace feliz.
¡Nunca vi tanta riqueza!
Bueno, me voy pero espero
que no cambies de opinión,
porque no habrá otra ocasión
en que volvamos a vernos.
Triste, triste decepción
me dieron estos parajes.
Mujer rodeada de pajes
que olvidó su condición.
Hipocampo atormentado
huye de corazón helado.
Húmeda casa lo espera
tras el timón de madera.
Por un tiempo los rumores
de nereida y sus fulgores
surcaron playas gigantes
con cuentos amenazantes.
Hoy son sólo una leyenda,
nadie sabe si pasó.
Fiel hipocampo recuerda
porque el mar ya la olvidó.
Cecilia Maurig
Argentina
♦
RAMONA Y RAMÓN
La mariposa Ramona
nació en una biblioteca…
Además de ser muy mona,
no era una cabeza hueca.
De tanto andar en lo oscuro
estaba un poquito pálida.
Le mandaron, con apuro,
descansar como crisálida…
En el Hotel Lirio Azul
pasaba una temporada,
bajo sombrilla de tul,
hasta estar recuperada.
Sobre un pétalo amarillo
se tendía a tomar sol.
De lejos miraba un grillo,
asomado a un girasol.
Ella leía cuentos de hadas,
no le prestaba atención…
—¡Qué bicha tan agraciada,
ya me robó el corazón!
Decía el grillo, contento
al verla tan diferente…
Esa chica es un portento,
¡tan linda, e inteligente!
Ramón Grillo era escritor
de libros hechos con hojas.
Declaró en versos su amor
a la blanca mariposa.
Ramona alzó los ojos
al oír la serenata
Cuando dejó los anteojos…
¡se puso rojo escarlata!
(En los estantes oscuros
nunca sintió esa emoción…)
Saltando como canguro
cantó Ramón su canción.
Le invitó un té de hojitas…
Él hizo una reverencia…
Temblándole las patitas,
la saludó con prudencia.
Charlaron el día entero
como dos viejos amigos…
Después él dijo: “Te quiero.
¿Vas a casarte conmigo?”
Ella se puso muy roja,
(y no por causa del sol…)
Entre el verde de las hojas
brillaba como farol.
Llegó el día de la boda
y los casó la chicharra.
Hubo música de moda,
flor de torta y mucha farra…
Colorado, colorín…
¿O colorín, colorado?
Mejor será decir “Fin…”
¡Este cuento ha terminado!
Olga Appiani de Linares
Argentina
♦
LA SEÑORITA TORTUGA
La señorita Tortuga
era bella y delicada
dulce como una caluga
por todos muy admirada.
La señorita Tortuga
no salía de su casa
pues tenía una verruga
y se sentía feasa.
La señorita Tortuga
no se miraba al espejo
pues tenía la verruga
en medio del entrecejo.
Ya no sabía qué hacer
la verruga crecía y crecía
ya parecía pastel
que no la dejaba ver.
Tuvo que ir al doctor,
el médico la examinó
se sentiría mejor
con la receta que dió.
Ella fue a la farmacia
compró nitrato de plata
pero no tuvo eficacia
no lo usó pues le dio lata.
Entonces fue al cirujano
llevándole su tormento
y él cortó por lo sano
en unos pocos momentos.
Con rayo láser operó
a la señorita Tortuga
quien mucho más linda quedó
¡dulce como una caluga!
Chile
♥
Otro cuento corto de mi mamá, pero éste, con trabalenguas incluido:
EN UNA NOCHE DE LUNA
En una noche de Luna
dos traviesos hermanitos
salieron muy calladitos
queriendo probar fortuna.
Eran dos lindos cerditos
los llamaban Chacho y Checho
manchas negras en el pecho
rosados, muy guatoncitos.
Ya lejos de su corral
olieron algo dulzón
y les saltó el corazón
en medio del matorral.
“Eso es aroma de chicha”
—Chacho le dijo a Checho
y ya lo dieron por hecho
y se colmaron de chicha.
Llegaron a las barricas,
una de ellas goteaba
un recipiente captaba
una chicha dulce y rica.
Chacho y Checho más la chicha
se sentían chochos, chochos
bebiendo por tres, ¡por ocho!
y se inundaron de dicha.
Y la luna se escondió,
los cerditos la dormían
entre barricas vacías
tarde el sol los despertó.
Y volvieron abrazados
chachareando, chacoteando
Chacho y Checho, tambaleando
¡Hip! con chicha, ¡Hip!, ¡Se han curado!
Al llegar al corral
doña Chencha y don Chancho
(ambos de doble ancho)
los salieron a encontrar.
Los padres se han desvelado
pensando que sus campeones
sus nenes aún lechones
terminaron como “asados”.
Los nenes muertos de risa
no se hacían entender
sólo por tanto beber
sucios hasta la camisa.
Una lluvia de coscachos
le dan a Checho y a Chacho
ya sea en vasos o en cachos
¡la chicha no es pa’ muchachos!
Chile
(chicha: RAE 2. f. Chile. Bebida que se obtiene de la fermentación del zumo de la uva o de la manzana)
♥
LA GALLINA SERAFINA
La gallina Serafina,
viuda del gallo Peralta,
vendió toda su herencia
para ser astronauta.
Sobre un choclo espacial
en justísimo horario
Serafina salió rumbo
al sistema planetario.
En el sembrado amarillo
de una gran estrella
buscó granitos tiernos
como los de la tierra.
Pasó en raudo vuelo
por toda la galaxia
y eligió el mejor lugar
para edificar su casa.
En las altas sombras
armó su gallinero
y se sentó muy oronda
en su nido de cielo.
Ahora todas las noches
la astronauta Serafina
pone un huevo de luna
como ninguna gallina.
Argentina
♦
UNA ABEJA AVISPADA
Hay un tremendo revuelo
dentro y fuera del colmenar
pues han venido a robar
el fruto de sus desvelos
del trabajo que con celo
desarrollan las abejas
nunca se oyó ni una queja
hasta hoy, al mediodía
los vientos de rebeldía
soplan y la paz se aleja
Una abeja avispada
arenga a sus compañeras:
“¡Abajo las plañideras!
¡Desenvainen las espadas!
¡La guerra está declarada!
No pelaremos el ajo
y sufrir el desparpajo
de hombres depredadores
¡y vendrán días mejores
a premiar nuestro trabajo!”
Los hombres son poderosos
arteros y despiadados
¿Cuál será el resultado
de dar guerra al ventajoso?
Puede ser muy peligroso
–decían las más prudentes–
La abeja inteligente
las convenció enseguida
“Jugaremos la partida
con todos nuestros parientes”
En menos que canta un gallo
se ha formado un batallón,
actuarán con discreción
tienen la fuerza del rayo
pisarán todos los callos
atacarán donde duele
y el triunfo casi se huele.
¡Qué tremendo familión!
¡Es disciplina en acción!
¡Es máquina que demuele!
Y esperan con impaciencia
las hormigas y hormigones
las avispas y avispones
las chaquetas amarillas
las abejas, las sencillas
pelearán por su existencia
ellas no tendrán clemencia
y en el momento propicio
causarán tal estropicio
que ganarán por presencia
Llegó el día esperado
hay fiesta al aire libre
será de grueso calibre
ya todo está preparado
alguien se ha matrimoniado
los anfitriones, ¡confiados!
Ya llegan los invitados
la finca está deslumbrante
todos de muy buen talante
domina el olor a asados
Hay música, alegría
brindis con y sin motivo
el único objetivo
pasarlo bien a porfía
desde hoy, al mediodía
y por el fin de semana
hay dispuestas algunas camas
por si quieren descansar
y las pilas recargar
algunas mañosas damas
A la mesa pasan todos,
se sirven ricos manjares
pa’ exigentes paladares
hablan hasta por los codos
y comen del mismo modo.
Está comenzando la guerra
cubriendo toda la tierra
las hormigas, por millones
desplazan sus batallones
¡No se libra ni la perra!
Lo cuento porque yo lo vi:
“Subieron por los talones
llegaron a los calzones
se metieron “por allí”
picando más que el ají.”
Otras vaciaron los platos
lo hicieron en poco rato
arrasaron las despensas
porque estaban indefensas
¡y todo quedo pa’l gato!
Las avispas, las abejas
obscurecieron el cielo
era pa’ erizar el pelo
ya la alegría se aleja
todo era llanto y quejas…
las chaquetas amarillas
no son nada de sencillas
para comer son maestras,
del asado… ¡ni la muestra!
Y eso que eran tres vaquillas
Relámpago fue el ataque
sin ningún damnificado
todos sí muy asustados
como golpeados con laques
por diez minutos en jaque
han quedado sin comida
con la fiesta destruida
una gran interrogante
todo pasó en un instante
¡Qué cosas tiene la vida!
Tras largas cavilaciones
luego de pensarlo mucho
de fumar hasta los puchos
y copiosas libaciones
sacaron las conclusiones:
“Las abejas se enojaron
y por eso nos fregaron,
les pediremos perdón
lo haremos de corazón”
y luego de eso… rezaron.
Los días pasan con celeridad
los hombres, por primera vez
vieron el mundo al revés
comprendiendo con humildad
su enorme inferioridad
y alzando blanca bandera
llegaron a la pradera
donde estaba el colmenar
para el compromiso dejar
de ayudarlas en lo que fuera
Vemos en la actualidad
la finca llena de flores
de toditos los colores
los hombres y abejas en verdad
trabajan en sociedad.
Es rincón del paraíso
así como Dios lo quiso:
“Ver todas sus creaturas
muy felices y seguras”
¡Así como Dios lo quiso!
Chile
(avispada: RAE 1. adj. coloq. Vivo, despierto, agudo. plañidera: RAE 1. adj. Lloroso y lastimero. talante: RAE 2. m. Semblante o disposición personal. laque: RAE 2. m. Chile. Especie de porra de fierro o de madera recubierta. pucho: RAE Del quechua puchu, sobrante. 1. m. Am. Mer. y Hond. colilla (‖ resto del cigarro).)
♥
SIN SUS ZAPATILLAS
Sin sus zapatillas
sólo con calcetas
corría la abuela
tras la gallineta
Tendría visitas
haría cazuela
¡Pero no conmigo!
-dijo la polluela-
Corre, corre, corre
échate a volar
¡pronto gallineta!
te van a alcanzar
Se puso la abuela
sus viejas chancletas
siguió a la polluela
en su patineta
No avanzaba mucho
siguió en bicicleta
cruzó un negro cucho
cayó a la cuneta
Se asustó la polla
se siente cansada
se ve en una olla
toda desplumada
Quiere descansar un rato
se esconde en el maizal
siente que está para el gato
¡nadie la va a cazuelear!
Vuela hasta la veleta
la polluela por su vida
avanza en la camioneta
la abuela está decidida
¡Qué viejecilla atrevida!
viene ahora en avioneta
no perderá la partida
casi pisando la meta
Pero suena el celular
son sus nietas muy amadas
ya la vienen a buscar
tendrán vacaciones soñadas
¡Se salvó la gallineta!
la abuela va a navegar
aterriza la avioneta
todos van a descansar
Traen todo preparado
ya tiene puesta la mesa
luego habrán almorzado
y la alegría no cesa
En yate navega la abuela
entre islas caribeñas
se olvidó de la cazuela
toma el sol en blanca arena
Feliz se siente la abuela
¡la más feliz del planeta!
Feliz y en paz la polluela
Chile
(cazuela cucho: RAE 1. interj. Chile U. para llamar al gato. U. m. en dim. 2. m. Chile. gato. celular: Teléfono móvil.)
♥
MASCOTAS
Hay cosas que son injustas
como el estar encerrado
me tienen muy castigado,
desde luego, no me gusta
Un amigo del colegio
me regalo un ratoncito
le puse un nombre bonito
digno de su porte regio
Mirrey siempre me acompaña
lo llevo en cualquier bolsillo
es tan lindo y traviesillo
no tiene ninguna maña
Hoy, mi abuela vino a vernos
como siempre, con regalos
y pasó algo muy malo
¡todo se volvió un infierno!
Mirrey, saltó, no sé cómo,
encima de mi abuelita
ella, ni siquiera grita,
se desmaya, cae a plomo
Mi mami se sobresalta
piensa que ella se murió
de seguro se infartó
Mirrey, de repente, salta
¡Mamá es tan re gritona!
mi ratoncito se asusta
la situación me disgusta,
ella está como una leona
Me dice a grito pelado
“le daré queso y veneno…
(yo creo que eso no es bueno)
llévalo para otro lado”
Me despedí de mi amigo
el fué comprensivo y tierno
pasará bien este invierno
se casará, yo me digo…
Ya no me deja en vigilia,
lo veo cerca del colegio
a veces, le llevo queso,
el me mostró su familia
Ahora, para callado
tengo otra mascotita
le puse por nombre Lita
a nadie se la he mostrado
Es discreta, muy bonita
de color cobre bruñido
se esconde, si siente ruido
mi amada ¡Tarantulita!
Chile
♥
LA HORMIGUITA
(con problemas existenciales)
Una linda hormiguita
mientras llevaba su carga
pensaba en su vida
tan fome y amarga
Todos los santos días
en horarios extenuantes
las hormigas conseguían
provisiones abundantes
En fila india, marchando
a pasos acelerados
no pueden ir conversando
eso resulta impensado
Cansada de su rutina
quiso hacer algo atrevido
se desvió a una cantina
quizás para hallar olvido
El campeonato ha ganado
el equipo azul de rayuela
hay fiesta, un rico asado
y están brindando con “chela”
Los amigos están felices
cantan, bailan, comen, beben
no hay excesos, no hay deslices
¡esto las hormigas quieren!
La hormiga no lo pensó
sin ninguna sutileza
al hormiguero llevó
una jaba de cerveza
Les convidó la cerveza
a sus hermanas obreras
la risa de oreja a oreja
¿y el trabajo?, en espera
Se produjo tal desorden
que la Reina las retó
¡Vuelvan al trabajo! ¡Es orden!
pero nadie la escuchó
Le perdieron el respeto
la fiesta ya es una juerga
porque han ignorado el veto
ya todas están en huelga
La Reina ya se integró
¡qué fiestoca! ¡qué fiestoca!
sabe que el hormiguero acabó
todas están más que locas
Y todos sus enemigos
aprovechan la ocasión
terminan con las hormigas,
sin ninguna oposición
Yo quería una fiestita
igual al Club de Rayuela
-reflexiona la hormiguita-
¡Nos pasamos con la chela!
Chile
(chela: RAE 2. f. fest. coloq. Méx. cerveza. En Chile también)
♥
No es secreto. En la versión que la propia Dedé compartió para lectoaperitivos, les dejo…
ES UN SECRETO
Hace tiempo, panza arriba,
descansaba una botella
en esa raya plateada
donde cielo y mar se encuentran.
La botellita flotaba
(¿qué otra cosa podía hacer?)
cuando la vio un pez aguja
que iba tejiendo al crochet.
Tenía adentro un papelucho
ya tostado por el sol
y el pez aguja, curioso,
enseguida lo leyó.
Algunos le preguntaron
qué tenía escrito el mensaje.
–Es un secreto –les dijo
y siguió tejiendo el traje.
¡El pez aguja se burla!
pensó el pez globo, ofendido.
–Yo también quiero leerlo,
después vengo y se los digo.
Se infló como una pelota
y subió a la superficie.
Ahí estaba la botella
en la húmeda planicie.
Cuando vio lo que decía
cayó para atrás redondo
y largó una carcajada
que lo empujó para el fondo.
–¿Pero qué dice el mensaje?
preguntaron los amigos.
–Es un secreto –contó
y huyó como había venido.
–Si es un secreto tan grande
lo queremos develar.
Vamos todos a leerlo,
¡que se sepa la verdad!
Allá fueron en cardumen
a descubrir el misterio.
“Es un secreto” decían
cuando volvían de leerlo.
—
Los marineros relatan
que aún se ve la botella
con una mitad mojada,
con la otra parte seca.
Y dicen que si los peces
nadan todos para un lado
es que van a conocer
ese mensaje encerrado.
Porque ellos no mienten nunca,
lo que dicen es verdad:
“ES UN SECRETO” está escrito
en la botella del mar.
María Laura Dedé
Argentina
♦
CATALINA AVENTURERA
Va la hormiga Catalina
en media nuez embarcada
Lleva una vela muy fina
con una hojita pintada.
Catalina, muy coqueta,
usa un gorro marinero
y una bonita chaqueta
que tejió en el hormiguero.
Por el río de la zanja,
esta hormiga aventurera,
se va lejos de la granja
y de su vida hormiguera.
Quiere llegar al Uruguay,
donde vive la cigarra
y, a la sombra de un yatay,
pasar el día de farra…
Tomar mate con galletas,
y refrescos con pajita…
Conocer grillos poetas
en el Bar La Margarita.
Cantar a coro algún samba,
un rock, una chacarera…
¡Qué buena vida, caramba!
¡Más dulce que azucarera!
Le bailan solos los pies
pensando en ese mañana…
Y, en su barquito de nuez…
¡ya dio cien vueltas manzana!
Olga Appiani de Linares
Argentina
♦
LA GATITA MICHIFÚ
Entre chapas una noche
la gatita Michifú nació,
por delante tenía un coche
y un charco casi la mojó.
Los chiquillos charlaban
al ver a Michifú dormida,
casi se chocaban
en una noche tan fría.
Por la mañana Euchenia
leche a los gatos llevó,
sus ojos chispeaban
y Michifú la llamó.
Pasaron noches y días
Michifú ocho meses cumplió,
Euchenia la bañaría
y mucho champú compró.
Una tarde siguió a un coche
Michifú se despistó,
se le hizo de noche
y a los chopos del rio llegó.
Por la mañana una chicharra
en lo alto de la chopera,
más que cantar chirriaba
y a Michifú desespera.
Euchenia en su coche
hasta los chopos llegó
y con un cacho de corcho
a Michifú encontró.
Vente con nosotros chicharra
quédate en mi porche,
pondré colchón y sábanas
dormirás con los gatos de noche.
Michifú es feliz con su cascabel
la chicharra le enseña la corchea,
Euchenia les teje chalecos de crochet
y la luna los tapa con su chistera.
España
(chopera: RAE 1. f. Sitio poblado de chopos. chopos: RAE 1. m. Nombre con el que se designan varias especies de álamos.)
♦
EL SAPO RUFINO
El sapo Rufino
siempre lleva guantes,
con su traje de lino
cree estar muy elegante.
Quiere saltar desde un pino
hasta un charco,
y jugar y jugar
con el agua y el barro.
¡Pobre Rufino
triste al ensuciarse
su traje tan fino
y su verde pelaje!
Llega Rufina
su rana amiga,
con una rosa en la mano
y una gran sonrisa.
¿Qué te ocurre Rufino
tan lleno de barro?
Te limpiaré despacito
y no cogerás catarro.
Gracias, amiga Rufina
ya no tengo frío,
no voy a llorar
contigo siempre me río.
Croando, croando
quieren decirte algo a ti:
¡Esperamos verte algún día
y hacerte … sonreír!
España
♦
DE CIEN COLORES
¡¡Alegría hay en el bosque!!,
llegó la Araña Dolores,
la que puede fabricar
telitas de cien colores.
—¡Téjame unos guantes verdes!
–suplica una linda rana–.
Pero, por favor que sean
verde del verde manzana.
—Señora Araña –le pide
un ciempiés que está algo cojo–.
¿Me haría unas cien calcetas?,
pero de un rojo muy rojo.
Vuelan y salen colores
de las patas de esta artista,
rojos, celestes, rosados
si parece una florista.
Después de tanto tejer
se va la Araña Dolores,
y el bosque ahora ha quedado
tapizado de colores.
María Luisa Silva
Chile
♦
CUENTO DE NUBES
El viento arrea las nubes
por los caminos del cielo,
unas a otras se empujan
como si fueran corderos.
Una nube más pequeña
se enredó en el horizonte.
—Espérenme, hermanas mías!
–gritó apoyada en un monte.
—Espérenme –gimió luego,
trepando muy lentamente
por el gran arco del cielo.
—Yo te empujo –gritó el viento
arreando a su cordero–
hoy va estar muy malo el tiempo
y muy luego lloraremos.
Lloró la pequeña nube,
lloró porque hacía frío.
En el jardín de una niña
cayó su puro rocío.
—Gracias –dijeron las rosas–,
—gracias –cantaron las salvias,
y la nube, alivianada,
persiguió a sus hermanas
y jugaron los corderos
con el viento y las montañas.
Alicia Morel
Chile
♦
EL BURRO Y LA RANA
Retozaba
risueño y radiante
un burro en el arroyuelo.
De repente una mirada
–hacia atrás,
que no hacia adelante–
le reveló
su imagen reflejada
en aquel refrescante
riachuelo.
Reparando en una rana
que en remoto rincón
se reconfortaba
dándose un remojón,
le rebuznó así el borrico:
—Dime rana si no es rico
reconocer
mi rostro honrado,
romántico, arriesgado,
resuelto,
sonriente y recio.
—Le ruego que recuerde
lo mucho que lo aprecio
—respondió la rana verde
rascando su barriga:
—Pero,
¿qué quiere que le diga?
No fue su rostro,
amigo borrico,
robusto
y rebosante de alegría
lo que con tanto regocijo
usted vio reflejado…
en realidad, yo le diría
más bien, que fue su rabo.
Chile
♦
EL GATO ALTANERO
¿Qué sientes en mi presencia?
dice el gato al roedor
atrapándole del rabo
altanero y bravucón
llevándole hasta un rincón.
Tu presencia me da miedo,
por tí conozco el terror,
le contesta el roedor,
pero por ti también siento
verdadera admiración.
Pues eres tan elegante
un animal superior,
tienes los ojos tan grandes
de tan precioso color
y que en la noche relucen
como en el día brilla el sol.
Un animal tan bonito,
inteligente y veloz,
con un cuerpo tan esbelto,
viajero y saltador,
un animal sigiloso,
con fama de buen cazador
que cuenta con siete vidas,
y no una, como yo.
¿Qué haces perdiendo el tiempo
con un miserable ratón?
El gato tan vanidoso
callado mira al ratón
y estirando sus bigotes
deja ir al roedor,
que muy rápido se aleja
corriendo de aquél rincón,
demostrando ser más listo
que el felino, el roedor.
España
♦
LAS RANAS CAZADORAS
Un búho de ojos oscuros
en lo alto de una rama,
observa con atención
como pelean dos ranas.
Tienen presa a una mosca
cada una de una ala,
las dos a la vez la vieron
y se niegan a soltarla.
Ninguna ve a la culebra
que se acerca por detrás,
hasta que el búho en lo alto
nervioso empieza a ulular.
Con el susto las dos ranas
abren a la vez la boca,
momento en que se escapa
muy aturdida la mosca.
En unos segundos
la presa es liberada,
y las ranas cazadoras
pasan a ser las cazadas.
España
♦
EL RATÓN DESAGRADECIDO
En una botella
que no tiene tapón,
algo despistado,
se mete un ratón.
Al llegar al fondo
aplasta la nariz,
sólo asoma el rabo,
y no puede salir.
Al pasar un pájaro,
le cree una lombriz,
tirando con fuerza
le saca de allí.
“¡Ay, mi rabito,
triste de mí!
Cómo me duele
¡Vete de aquí!”
El pájaro le mira
un poco aturdido,
no es más que un ratón
¡Y muy desagradecido!
Las palabras del ratón
al pájaro han ofendido,
y otra vez de un empujón,
a la botella ha metido.
España
♦
LA RATA BLANCA
De la gran rata se alejan,
aunque tiene poca edad,
es una gran rata blanca,
mucho más de lo normal.
Ningún ratoncito del bosque
quiere con ella jugar,
y la gran rata muy triste,
de allí se quiere marchar.
Detrás de un gran árbol
hecha una gran bola,
se ha ido a esconder
y está llorando muy sola.
A unos ratoncitos
ve llegar gritando,
detrás un gato enorme
que viene maullando.
La rata deprisa
les esconde tras de ella,
y el gato enfurecido
la ataca sin darle tregua.
Defendiendo a los ratones
le ha hecho frente sin temor,
resistiendo en la pelea
con muchísimo valor.
Hasta que el gato cansado,
dándose al fin por vencido,
se da la vuelta enfadado
y se marcha sorprendido.
Enseguida llega al bosque
la proeza de la rata,
y ahora nadie da importancia
si la rata es grande o blanca.
España
♦
EL CABRITILLO Y EL GUSANO
Corriendo, corriendo,
iba el cabritillo,
cuándo se topó
con un gusanillo.
¿Qué haces aquí en medio?
dijo el cabritillo,
salía de mi casa
y me enredé en un hilo
¿Un hilo dices?
Esto es una rama,
y si no te sueltas
te come la rana.
Llevo aquí un buen rato
sin saber qué hacer,
cuánto más me muevo
más me enredo en él.
Con cara de pena
mira el gusanillo,
y le pide ayuda
al buen cabritillo.
Sin darse cuenta
de que el lobo merodea,
el cabritillo afanoso
se puso a la tarea.
¡Date prisa, por favor!
Aunque tires con más fuerza,
que el lobo detrás de tí
nos mira con desvergüenza.
El cabritillo tiró,
con tanta fuerza, asustado
que la rama y el gusano
en su garganta ha tragado.
El lobo se le acercó,
enseñando los colmillos,
y de un golpe merendó
gusano y buen cabritillo.
España
♦
LA CEBRA Y EL RATÓN
Una cebra y un ratón
por un camino pasean,
cada uno por su lado
en direcciones opuestas.
En un cruce del camino
en un momento se encuentran,
la cebra pisa al ratón
distraído en la vereda.
“Perdóname ratoncito”
dice la cebra angustiada,
“sólo ha sido un accidente,
no quería hacerte nada”.
El ratoncito en el suelo
gime con mucho dolor,
se ha hecho daño en una pata
y necesita un bastón.
La cebra en busca de ayuda
ve a su amiga la jirafa
y de lo alto de un árbol
le está cortando una rama.
Con esta rama la cebra
hace una fuerte muleta
y el ratón al levantarse
su cuerpo en ella sujeta.
“Gracias amiga cebra,
no te preocupes por mí,
has hecho cuánto has podido
que la vida es así”.
Y la cebra en su camino
y el ratoncito por otro,
los dos con mucho cuidado
miran de un lado hacia otro.
España
♦
EL LEÓN
Un león de gran tamaño
presumía por la selva
orgulloso y estirado
de su bonita melena.
Una melena muy larga
ceniza y color arena,
con un brillo reluciente
tan suave como la seda.
Ha sentido mucha sed
se acerca a beber al río,
el agua que está tan fresca
de gran alivio le ha sido.
Después buscando la sombra
de un grande y verde nogal,
le llega el aroma fresco,
el lugar es ideal.
Al rato sueña que come
un dulce y crujiente pan,
ya huele a horno caliente
ha empezado a babear.
Dos ardillas muy traviesas
han llegado hasta su lado,
sin apenas hacer ruido
las melenas le han trenzado.
El león al despertar
tiene dolor de cabeza
vuelve a beber al río
y en el agua se refleja.
Las ardillas en el árbol
le gritan las dos bailando
haciendo chocar sus palmas,
juntas lo están celebrando.
El rugido del león
se oye en toda la selva,
un ruido ensordecedor
salido de las cavernas.
Nadie se ríe en la selva,
todos están asustados,
nunca un rugido tan fuerte
por allí se había escuchado.
El león siempre es el Rey,
con melenas o con trenzas,
y con su fuerte rugido
lo deja claro en la selva.
España
♦
LA TORTUGA MARGARITA
Caminando muy despacio
sin llevar ninguna prisa,
se pasea por el bosque,
la tortuga Margarita.
No muy lejos ha escuchado,
un quejido de dolor,
despacio se da la vuelta
mirando a su alrededor.
Entre las hojas asoma
temblando una cabecita,
parece muy malherida
la pequeña cigüeñita.
¿Qué te ha pasado pequeña?
le pregunta Margarita
que tienes el pico roto
y tu patita está herida.
Estaba en el nido
esperando a mi mamá,
que salió a buscar comida
y ramas para jugar.
De repente un viento fuerte,
parecido a un vendaval,
tiró mi nido del árbol
y aquí he venido a parar.
Mi madre muy preocupada
buscándome ya estará,
pues sabe que soy pequeña
y aún no aprendí a volar.
No te preocupes pequeña,
yo te llevaré a curar,
tu madre que está buscando,
seguro te encontrará.
Mientras la mamá cigüeña,
volando por todo el cielo,
no encuentra a su pequeñita,
y siente un gran desconsuelo.
A lo lejos ha oído voces
que han llamado su atención,
su cigüeñita la llama
ha conocido su voz.
Bajó del cielo deprisa
sintiendo gran emoción
¡su pequeña sigue viva!
con sus plumas la abrazó.
Margarita muy contenta
emocionada las mira,
no paran de hacerse mimos
con sus picos se acarician.
Muchas gracias Margarita
agradecemos tu ayuda,
y muy contentas se alejan
de su amiga la tortuga.
España
♦
EL LEÓN Y EL RATÓN
Estaba un ratoncillo aprisionado
en las garras de un león: el desdichado
en la tal ratonera no fue preso
por ladrón de tocino ni de queso,
sino porque con otros molestaba
al león que en su retiro descansaba.
Pide perdón llorando su insolencia;
al oír implorar la real clemencia,
responde el rey en majestuoso tono
(No dijera más Tito): “Te perdono”.
Poco después, cazando el león, tropieza
en una red oculta en la maleza.
Quiere salir, mas queda prisionero.
Atronando la selva, ruge fiero.
el libre ratoncillo, que lo siente,
corriendo llega, roe diligente
los nudos de la red, de tal manera,
que al fin rompió los grillos de la fiera.
Conviene al poderoso
Para los infelices ser piadoso;
Tal vez se puede ver necesitado
Del auxilio de aquel más desdichado.
Félix María de Samaniego
España
♦
LOS ZAPATICOS DE ROSA
A mademoiselle Marie.
Hay sol bueno y mar de espuma,
Y arena fina, y Pilar
Quiere salir a estrenar
Su sombrerito de pluma.
—”¡Vaya la niña divina!”
Dice el padre, y le da un beso:
“Vaya mi pájaro preso
A buscarme arena fina.”
—”Yo voy con mi niña hermosa”,
Le dijo la madre buena:
“¡No te manches en la arena
Los zapaticos de rosa!”
Fueron las dos al jardín
Por la calle del laurel:
La madre cogió un clavel
Y Pilar cogió un jazmín.
Ella va de todo juego,
Con aro, y balde, y paleta:
El balde es color violeta:
El aro es color de fuego.
Vienen a verlas pasar:
Nadie quiere verlas ir:
La madre se echa a reír,
Y un viejo se echa a llorar.
Al aire fresco despeina
A Pilar, que viene y va
Muy oronda: —”¡Di, mamá!
¿Tú sabes qué cosa es reina?”
Y por si vuelven de noche
De la orilla de la mar,
Para la madre y Pilar
Manda luego el padre el coche.
Está la playa muy linda:
Todo el mundo está en la playa:
Lleva espejuelos el aya
De la francesa Florinda.
Está Alberto, el militar
Que salió en la procesión
Con tricornio y con bastón,
Echando un bote a la mar.
¡Y qué mala, Magdalena
Con tantas cintas y lazos,
A la muñeca sin brazos
Enterrándola en la arena!
Conversan allá en las sillas,
Sentadas con los señores,
Las señoras, como flores,
Debajo de las sombrillas.
Pero está con estos modos
Tan serios, muy triste el mar:
¡Lo alegre es allá, al doblar,
En la barranca de todos!
Dicen que suenan las olas
Mejor allá en la barranca,
Y que la arena es muy blanca
Donde están las niñas solas.
Pilar corre a su mamá:
—”¡Mamá, yo voy a ser buena:
Déjame ir sola a la arena:
Allá, tú me ves, allá!”
—”¡Esta niña caprichosa!
No hay tarde que no me enojes:
Anda, pero no te mojes
Los zapaticos de rosa.”
Le llega a los pies la espuma:
Gritan alegres las dos:
Y se va, diciendo adiós,
La del sombrero de pluma.
¡Se va allá, donde ¡muy lejos!
Las aguas son más salobres,
Donde se sientan los pobres,
Donde se sientan los viejos!
Se fue la niña a jugar,
La espuma blanca bajó,
Y pasó el tiempo, y pasó
Un águila por el mar.
Y cuando el sol se ponía
Detrás de un monte dorado,
Un sombrerito callado,
Por las arenas venía.
Trabaja mucho, trabaja
Para andar: ¿qué es lo que tiene
Pilar que anda así, que viene
Con la cabecita baja?
Bien sabe la madre hermosa
Por qué le cuesta el andar:
—”¿Y los zapatos, Pilar,
Los zapaticos de rosa?
“¡Ah, loca! ¿en dónde estarán?
¡Di dónde, Pilar!” —”Señora”,
Dice una mujer que llora:
“¡Están conmigo: aquí están!
“Yo tengo una niña enferma
Que llora en el cuarto oscuro
Y la traigo al aire puro
A ver el sol, y a que duerma.
“Anoche soñó, soñó
Con el cielo, y oyó un canto:
Me dio miedo, me dio espanto,
Y la traje, y se durmió.
“Con sus dos brazos menudos
Estaba como abrazando;
Y yo mirando, mirando
Sus piececitos desnudos.
“Me llegó al cuerpo la espuma,
alcé los ojos, y vi
Esta niña frente a mí
Con su sombrero de pluma.
—’¡Se parece a los retratos
Tu niña!’, dijo: —’¿Es de cera?
¿Quiere jugar? ¡si quisiera!…
¿Y por qué está sin zapatos?’
‘Mira: ¡la mano le abrasa,
Y tiene los pies tan fríos!
¡Oh, toma, toma los míos:
Yo tengo más en mi casa!’
“No sé bien, señora hermosa,
Lo que sucedió después:
¡Le vi a mi hijita en los pies
Los zapaticos de rosa!”
Se vio sacar los pañuelos
A una rusa y a una inglesa;
El aya de la francesa
Se quitó los espejuelos.
Abrió la madre los brazos:
se echó Pilar en su pecho,
Y sacó el traje deshecho,
Sin adornos y sin lazos.
Todo lo quiere saber
De la enferma la señora:
¡No quiere saber que llora
De pobreza una mujer!
—”¡Sí, Pilar, dáselo! ¡y eso
También! ¡tu manta! ¡tu anillo!”
Y ella le dio su bolsillo,
Le dio el clavel, le dio un beso.
Vuelven calladas de noche
A su casa del jardín:
Y Pilar va en el cojín
De la derecha del coche.
Y dice una mariposa
Que vio desde su rosal
Guardados en un cristal
Los zapaticos de rosa.
José Martí
Cuba
♦
LA LECHERA
Llevaba en la cabeza
una lechera el cántaro al mercado,
con aquella presteza,
aquel aire sencillo, aquel agrado,
que va diciendo al todo el que lo advierte:
“¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!”
Porque no apetecía
más compañía que su pensamiento,
que alegre le ofrecía
inocentes ideas de contento,
marchaba sola la feliz lechera
y decía entre sí de esta manera:
“Esta leche, vendida,
en limpio me dará tanto dinero,
y con esta partida
un canasto de huevos comprar quiero,
para sacar cien pollos que al estío
me rodeen cantando el pío, pío.
Del importe logrado
d tanto pollo, mercaré un cochino;
con bellota, salvado,
berza castaña, engordará sin tino;
tanto, que puede ser que yo consiga
ver cómo se le arrastra la barriga.
Llevarélo al mercado;
sacaré de él sin duda buen dinero:
compraré de contado
una robusta vaca y un ternero,
que salte y corra toda la campaña,
hasta el monte cercano a la cabaña.”
Con este pensamiento
enajenada, brinca de manera
que, a su salto violento,
el cántaro cayó. ¡Pobre lechera!
¡Qué compasión! Adiós, leche, dinero,
huevos, pollos, lechón, vaca y ternero.
¡Oh loca fantasía,
qué palacios fabricas en el viento!
Modera tu alegría;
no sea que saltando de contento,
al contemplar dichosa tu mudanza,
quiebre su cantarillo la esperanza.
No seas ambiciosa
de mejor o más próspera fortuna;
que vivirás ansiosa,
sin que pueda saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el bien futuro:
mira que ni el presente está seguro.
Félix María de Samaniego
España
♦
LAS TRES NARANJITAS
Pues… Una vez un príncipe se disfrazó de pobre
para correr el mundo buscando una doncella
que por sus propios méritos, sin interés ninguno,
su corazón le diera.
El príncipe la busca que tronos y corona
y adoración merezca.
El príncipe la busca
mejor que rica, hermosa; mejor que hermosa, buena.
Anda que te anda por el mundo
buscando su amor,
de fatiga y de sed muerto, el príncipe
a un castillo encantado llegó.
Con la sed que lo abrasa va y coge
el príncipe ansioso
de un naranjo verde
tres naranjas de oro.
Parte la primera,
y cuajada de piedras preciosas
sale una princesa…
El príncipe le dice
que de sed y fatiga se muere,
pero ella, al verlo pobre,
se va sin responderle.
Parte la segunda,
sale otra princesa
que, de hermosa, como un sol deslumbra.
El príncipe le dice
que de sed y fatiga se muere;
pero ella, al verlo pobre,
se va sin responderle.
Parte la tercera;
la princesa que ahora aparece
se ve que es un ángel de humilde y de buena…
El príncipe le dice
que de sed y fatiga se muere,
y ella va corriendo y en sus manos blancas
agua cristalina le trae de la fuente.
Esa es la que el príncipe
para esposa quiere:
la que va corriendo y en sus manos blancas,
agua cristalina le trae de la fuente.
Vicente Medina
España
♦
LAS MOSCAS
A un panal de rica miel
dos mil moscas acudieron
que por golosas murieron,
presas de patas en él.
Otra dentro de un pastel
enterró su golosina.
Así, si bien se examina,
los humanos corazones
perecen en las prisiones
del vicio que los domina.
Félix María de Samaniego
España
♦
EL GATO MACANUDO
Por creerse macanudo,
un engreído gato siamés,
saltando desde un sillón
se convirtió en un ciempiés.
“Lo primero es lo primero”,
comentó entusiasmado
y fue a la zapatería
por zapatos de su agrado.
El vendedor que lo atendió
le dijo con gran espanto:
—¡De su número, mi amigo,
jamás le tendremos tanto!
Y buscando el buen gato
en tanta zapatería,
fue así como reunió
todo lo que requería.
Zapatos de media estación,
pantuflas con plantillas,
chalas de verano sin talón,
zuecos finos con hebillas.
Uno a uno se los puso,
sin dejar ni un pie desnudo,
más como loco de remate
que como gato macanudo.
Héctor Hidalgo
Chile
En Receta para espantar la tristeza
♦
EN EL FONDO DEL LAGO
Soñé que era muy niño, que estaba en la cocina,
escuchando los cuentos de la vieja Paulina.
Nada había cambiado: el candil en el muro,
el brasero en el suelo, y en un rincón obscuro
el gato dormitando. La noche estaba fría,
y el tiempo tan revuelto, que la casa crujía…
Se escuchaba a lo lejos, ese rumor de pena
que sollozan las olas al morir en la arena,
y a intervalos muy largos, esos vagos aullidos
con que piden auxilio los vapores perdidos.
Nosotros, los chiquillos, oíamos el cuento
sentados junto al fuego, y como entrara el viento
por unos vidrios rotos, su frente medio cana
la vieja se cubría con su chalón de lana.
Era un cuento muy bello:
Tres príncipes hermanos
que se fueron por mares y países lejanos,
tras la bella princesa que la mano de un hada,
en un lago sin fondo, mantenía encantada.
El mayor, que fue al norte, no regresó en su vida;
el otro, que era un loco, pereció en la partida;
y el menor, que era un ángel por lo adorable y bello
llegó al fondo del lago sin perder un cabello…
Allá abajo, en el fondo, vio paisajes divinos,
castillos encantados de muros cristalinos,
y en un palacio inmenso, de infinita belleza,
encerrada y llorando, vio a la pobre princesa.
Se encontraron sus ojos, se adoraron al punto,
y lo demás fue cosa de poquísimo asunto,
pues al verlos tan bellos como el sol y la aurora,
el hada, que era buena, los casó sin demora.
Así acabó la historia de aquella noche… El gato
se despertó gruñendo, desperezóse un rato
y se durmió de nuevo. Zumbó la ventolina
en el cañón, ya frío, de la vieja cocina…
Se levantó un chicuelo, y sin hacer ruido,
enhollinó la cara de otro chico dormido…
Yo me quedé soñando con el príncipe amado
por la bella princesa, con el lago encantado,
y también con los tristes y apartados desiertos
donde duermen los huesos de los príncipes muertos.
Diego Dublé Urrutia
Chile
♦
ESTE ERA UN REY…
Ven, mi Juan, y toma asiento
en la mejor de tus sillas;
siéntate aquí en mis rodillas,
y presta atención a un cuento.
Así estás bien, eso es,
muy cómodo, muy ufano;
pero ten quieta esa mano;
vamos, sosiega los pies.
Este era un rey…; me maltrata
el bigote ese cariño.
Este era un rey…; vamos, niño,
que me rompes la corbata.
Si vieras con qué placer
ese rey… ¡Jesús!, ¡qué has hecho!
¿Lo ves? ¡En medio del pecho
me has clavado un alfiler!
¿Y mi dolor te da risa?
Escucha y tenme respeto:
Este era un rey… deja quieto
el cuello de mi camisa.
Oír atento es la ley
que a cumplir aquí te obligo…
Deja mi reloj… Prosigo.
Atención: Este era un rey…
Me da tormentos crueles
tu movilidad, chicuelo.
¿Ves? Has regado en el suelo
mi dinero y mis papeles.
Responde: ¿Me has de escuchar?
Este era un rey… ¡Qué locura!
Me tiene en grande tortura
que te mueves sin parar.
Mas ¿ya estás quieto? Sí, sí,
al fin cesa mi tormento…
Este era un rey… Oye el cuento
inventado para ti…
Y agrega el niño, que es ducho
en tramar cuentos a fe:
“Este era un rey…, ya lo sé
porque lo repites mucho,
“Y me gusta el cuentecito
y mira, ya lo aprendí:
‘Este era un rey’, ¿no es así?
¡Qué bonito! ¡Qué bonito!”
Y de besos me da un ciento,
y pienso al ver sus cariños:
los cuentos para los niños
no requieren argumentos.
Basta con entretener
su espíritu de tal modo
que nos puedan hacer todo
lo que nos quieran hacer.
Con lenguaje grato o rudo
un niño, sin hacer caso,
va dejando paso a paso
a su narrador desnudo.
Infeliz el que se escama
con esas dulces locuras
¡Si estriba en sus travesuras
el argumento del drama!
¡Oh, Juan! Me alegra y me agrada
tu movilidad tan terca;
te cuento por verte cerca
y no por contarte nada.
Y bendigo mi fortuna
y oye el cuento y lo sabrás:
“Este era un rey al que jamás
le sucedió cosa alguna.”
Juan de Dios Peza
México
♦
EL RATÓN DENTRO DEL QUESO
Mientras en guerras
se destrozaban
los animales,
con justa causa,
un ratoncillo,
¡qué bueno es eso!,
estaba siempre
dentro de un queso.
Juntaban gente,
buscaban armas,
formaban tropas,
daban batallas:
y el ratoncillo,
¡qué bueno es eso!,
siempre metido
dentro del queso.
Pasaban hambres
en las jornadas,
y malas noches
en malas camas;
y el ratoncillo,
¡qué bueno es eso!,
siempre metido
dentro del queso.
Ya el enemigo
se ve en campaña;
al arma todos,
todos al arma;
Mas, ¿quién entonces
lograr alcanza
el premio y fruto
de tanta hazaña?
El ratoncillo,
¡qué bueno es eso!,
que siempre estuvo
dentro del queso.
A uno le hieren,
a otro le atrapan,
a otro le dejan
en la estacada;
y el ratoncillo,
¡qué bueno es eso!,
siempre metido
dentro del queso.
Por fin lograron
con la constancia,
sin enemigos
ver la comarca;
y el ratoncillo,
¡qué bueno es eso!,
siempre metido
dentro del queso.
Pablo de Jérica
España
♦
PASTORCITA
Pastorcita perdió sus ovejas
¡y quién sabe por dónde andarán!
—No te enfades, que oyeron tus quejas
y ellas mismas muy pronto vendrán.
Y no vendrán solas, que traerán sus colas,
y ovejas y colas gran fiesta darán.
Pastorcita se queda dormida,
y soñando las oye balar;
se despierta y las llama enseguida,
y engañada se tiende a llorar.
No llores, Pastora, que niña que llora,
bien pronto la oímos reír y cantar.
Levantóse contenta, esperando
que ha de verlas bien presto quizás;
y las vio; mas dio un grito observando
que dejaron las colas detrás.
“¡Ay mis ovejitas! ¡Pobres raboncitas!
¿Dónde están mis colas? ¿No las veré más?
Pero andando con todo el rebaño
otro grito una tarde soltó,
cuando un gajo de un viejo castaño
cargadito de colas halló.
Secándose al viento, dos, tres, hasta ciento,
¡allí una tras otra colgadas las vio!
Dio un suspiro y un golpe en la frente,
y ensayó cuanto pudo inventar,
miel, costura, variado ingrediente,
para tanto rabón remendar;
buscó la colita de cada ovejita
y al verlas como antes se puso a bailar.
Rafael Pombo
Colombia
♦
LA GATA CONVERTIDA EN MUJER
Zapaquilda, la bella,
era gata doncella,
muy recatada, no menos hermosa.
Queríala su dueño por esposa,
si Venus consintiese
y en mujer a la gata convirtiese.
De agradable manera
vino en ello la diosa placentera:
y ved a Zapaquilda en un instante
hecha moza gallarda, rozagante.
Celebróse la boda.
Estaba ya la sala nupcial toda
de un lucido concurso coronada;
la novia relamida, almidonada,
junto al novio galán enamorado;
todo brillantemente preparado,
cuando quiso la diosa
que cerca de la esposa
pasase un ratoncillo de repente.
Al punto que lo ve, violentamente,
y, a pesar del concurso y de su amante,
salta, corre tras él y échale el guante.
Aunque del valle humilde a la alta cumbre
inconstantes nos mude la fortuna,
la propensión del natural es una
en todo estado, y más es la costumbre.
Félix María de Samaniego
España
♦
LOS DOS AMIGOS Y EL OSO
A dos amigos se aparece un oso:
el uno, muy medroso,
en las ramas de un árbol se asegura;
el otro, abandonado a la ventura,
se finge muerto repentinamente.
El oso se le acerca lentamente;
mas como este animal, según se cuenta,
de cadáveres nunca se alimenta,
sin ofenderlo lo registra y toca,
huélele las narices y la boca;
no le siente el aliento,
ni el menor movimiento;
y así, se fue diciendo sin recelo:
“Este tan muerto está como mi abuelo”.
Entonces el cobarde,
de su grande amistad haciendo alarde,
del árbol se desprende muy ligero,
corre, llega y abraza al compañero,
pondera la fortuna
de haberle hallado sin lesión alguna,
y al fin le dice: “Sepas que he notado
que el oso te decía algún recado.
¿Qué pudo ser?”
“Direte lo que ha sido;
estas dos palabritas al oído:
aparta tu amistad de la persona
que si te ve en riesgo, te abandona”.
Félix María de Samaniego
España
♦
Les comparto este hermoso poema finalista en el Primer Certámen Internacional de Literatura Infantil (Poesía y Cuento) Categoría B (de 6 a 9 años) escrito por nuestra amiga, la escritora segoviana Marisa Alonso Santamaría en marzo 2014. ¡Enhorabuena, Marisa!
EL GATITO CON ALAS
Nació un gatito con alas
“Qué raro es este animal”
Todos decían al verle
sin parar de criticar.
El gatito acomplejado
al tener mayor edad,
no quiere salir de casa
ni de noche a pasear.
Sus padres muy preocupados,
muy serios le van hablar:
“Aquí todos te queremos,
los demás nos dan igual”
Su hermana gatita Linda
sus alitas va a cuidar,
las limpia con algodones
para que aprenda a volar.
Gatita Linda le dice:
“Hermano, aprende a volar,
no dejes que las envidias
limiten tu libertad”
Y el gatito decidido
por fin un día voló,
cruzó la ciudad volando
y todo el mundo lo vio.
Le miraba la gatita,
y al verle volar, lloró,
y aunque todos criticaban
de su vuelo disfrutó.
Y así el gatito con alas
un gato nada normal,
al fin aceptó volar,
como algo muy natural.
España
♦
LA GATA ENVIDIOSA
Había dos gatas
que cerca vivían,
la gata Turula
y la gata Cirila.
Todas las mañanas
al salir el día,
con sus batas blancas
sus casas barrían.
La gata Turula
lleva un cascabel
colgado a su cuello
que suena muy bien.
Todas las mañanas,
al llegar el día,
de este cascabel
salen melodías.
Turula barre con gracia,
Turula barre muy bien,
barre siempre acompañada
del pequeño cascabel.
Cirila que es envidiosa
piensa y piensa todo el día
como poner en su cuello
la bonita campanilla
Una de las noches,
una noche oscura
la gata Turula
se duerme enseguida.
Cirila lo sabe,
con mucho sigilo
le corta el collar,
¡corriendo ha salido!
Con la gran carrera
la campana suena,
y a un perro muy grande
el ruido le llega.
Detrás de Cirila
el perro ha corrido
en unos minutos
a la gata ha cogido.
Turula en su cama,
ha escuchado ruidos,
como nada sabe
de nuevo ha dormido.
España
♦
LAS GATAS BURLONAS
Un gato de cola negra,
y manchas negras y blancas,
distraído paseaba
antes dos burlonas gatas.
Murmuraban entre ellas
y mugían a su paso,
pero el gato de las manchas
pasaba sin hacer caso.
Mugían cuando pasaba
como una vaca mugían,
pero el gato de las manchas
ni la cabeza volvía.
Aburridas las dos gatas
dejaron de dar mugidos
pues el gato de las manchas
no se dio por aludido.
España
♦
LA TORTUGA DOROTEA
La tortuga Dorotea
por el río se marchó,
en un barco de madera
con dos velas de algodón.
El río cantaba abajo,
arriba cantaba el sol;
la tortuga Dorotea
muchas lunas navegó.
Llegó una tarde de enero
al país de la ilusión;
donde los niños son flores
y las flores son arroz.
Compró en todos los bazares
seda de alas de gorrión,
perfumes de rosas niñas,
puntillas de lluvia y sol.
Cansada ya de su viaje,
feliz de ver lo que vio,
subió a su barco de velas
y por azul se marchó.
El río cantaba abajo,
arriba cantaba el sol,
la tortuga Dorotea
muchas lunas navegó.
Graciela Genta
Uruguay
♦
LOS GATOS ESCRUPULOSOS
¡Qué dolor! Por un descuido
Micifuz y Zapirón
se comieron un capón,
en un asador metido.
Después de haberse lamido,
trataron en conferencia
si obrarían con prudencia
en comerse el asador.
¿Le comieron? No señor.
Era un caso de conciencia.
Félix María de Samaniego
España
♦
Aunque me gusta mucho más la versión de Leo Lionni en Frederick de Editorial Kalandraka (¡Muy recomendable!), les dejo la versión original de Félix María de Samaniego:
LA CIGARRA Y LA HORMIGA
Cantando la Cigarra
pasó el verano entero,
sin hacer provisiones
allá para el invierno.
Los fríos la obligaron
a guardar el silencio
y ampararse al abrigo
de su estrecho aposento.
Viose desproveída
del precioso sustento,
sin moscas, sin gusano,
sin trigo, sin centeno.
Habitaba la Hormiga
allí tabique en medio
y con mil expresiones
de atención y respeto,
le dijo: —Doña Hormiga,
pues que en vuestros graneros
sobran las provisiones
para vuestro alimento
prestad alguna cosa
con que viva este invierno
esta triste Cigarra,
que alegre en otro tiempo
nunca conoció el daño,
nunca supo temerlo.
No dudéis en prestarme,
que finalmente prometo
pagaros con ganancias,
por el nombre que tengo.
La codiciosa Hormiga
respondió con denuedo,
ocultando a la espalda
las llaves del granero:
—¡Yo prestar lo que gano
con un trabajo inmenso!
Dime, pues, holgazana:
¿Qué has hecho en el buen tiempo?
—Yo –dijo la Cigarra–,
a todo pasajero
cantaba alegremente
sin cesar ni un momento.
—¡Oh, sí! ¿Con que cantabas
cuando yo labraba con denuedo?
Pues ahora que yo como
baila, pese a tu cuerpo.
Félix María de Samaniego
España
♦
HISTORIA DEL GATO GÜIÑA Y LA GATA MORISCA
Hoy les voy a contar una
curiosa historia gatuna,
de la Gatita Morisca
mimosa y bastante arisca
y un gatazo bandolero
remalo como el primero,
amigo de gresca y riña
que se llama el Gato Güiña.
Como les iba diciendo
Gato Güiña era tremendo,
si a un perruquillo encontraba
en seguida le atacaba
y alegre por su agresión
la cola hacía florón.
Si algún pajarito oía
de gula se relamía,
y atacó, ¡vean qué cosa!
a una linda mariposa.
¡Desgraciado el conejito
que encontró al gato maldito!
Se le tiraba al cogote
y no salvó ni el bigote.
Y hasta más de un cazador
al verlo sintió pavor,
y huyendo de tal gatazo
se libró de un arañazo.
El propio Lobo Feroz
le tenía un miedo atroz,
pues un día se hizo el bravo
y el Güiña le mordió el rabo,
y en la lucha despareja
perdió el Lobo media oreja.
Luego, a partir de aquel día,
todo el mundo al Gato huía,
y así quien a todos asusta
a sí mismo se disgusta.
Harto por fin de soledad
quiso ir a la ciudad
y haciéndose el roto vago
el Güiña llegó a Santiago.
Corren noticias muy feas
por tejados y azoteas,
cada gato se ha escondido
al acercarse el bandido
y éste va sacando pecho
pasando de techo en techo,
sintiendo que en realidad
es el rey de la ciudad.
Orgulloso, sin empacho,
el Güiña tuerce el mostacho.
Su curiosidad se excita
pues ve a una linda Gatita.
Por si sueña se pellizca
ante la Gata Morisca,
que lleva como aderezo
un gran lazo en el pescuezo,
y sin miedo y sin enojo
mira al Güiña de reojo,
luego, haciéndole un mohín
se arrellana en su cojín,
y ante su asombro tremendo
se hace la que está durmiendo
Güiña siente un gran disgusto
porque ella no tiene susto.
Entonces el muy bandido
lanza su peor maullido,
un ¡remiáu! que el sueño altera
de la más valiente fiera.
La gatita, tras oír,
dice: —Déjame dormir,
no vuelvas a hacerte el leso,
no me das miedo con eso.
Viendo que así le provoca
se queda abriendo la boca,
mas no con mala intención,
sino con admiración:
Nunca vio gata tan niña
el pobre gatazo Güiña,
y antes que piense otra cosa
la pide allí por esposa.
Pero la Gata Morisca
comienza a ponerse arisca,
y al verlo ya en tales trotes
se le ríe en los bigotes.
—No puede ser mi marido
–le dice– un Gato bandido.
El Güiña se desespera
al verla tan altanera,
de inmediato le propone
que su pasado perdone,
y que al partir del presente
será un Gato muy decente.
Como el Güiña es tan buen mozo
la Morisca arde de gozo,
pero oculta sus extremos
y sólo dice: —Veremos…
Mi mano la pedirá
solamente a mi Papá.
El Güiña vuela hecho cisco
buscando al Gato Morisco,
y lo encuentra en su tejado
en silla de oro sentado,
pues es, y no te hagas cruces,
el Rey de los Micifuces.
Le impone por condición
no dejar vivo un ratón
y el Gato Güiña en seguida
no deja laucha con vida.
Como es tan habilidoso
le aceptaron por esposo.
Gatitas muy peripuestas
vinieron para las fiestas,
y bailó cuecas y jotas
el propio Gato con Botas.
Hubo pavo en escabeche,
pescado y arroz con leche.
Estaba desconocido
el pobre Gato bandido,
pues le había colocado
la Gata que iba a su lado
gomina en todo el bigote
y corbata en el cogote.
No sé si fueron felices;
si lo sabes, me lo dices.
Marta Brunet
Chile
♦
UNA HISTORIA CON PINGÜINOS
Después de tanto invernar
llegaron a este lugar
de la Antártica famosa,
por la nevada y ventosa,
una tribu de pingüinos
muy correctos y muy finos.
Como ya era primavera
relumbrada la ribera
con un sol resplandeciente
y suaves brisas de oriente.
Los pingüinos ya casados,
como estaban entrenados,
hicieron los nidos suyos
con piedras y cochayuyos.
Mamá Pingüina probaba
el charquicán cómo estaba,
Papá Pingüino traía
su pesca de la bahía,
cada pingüino chiquito
corre moviendo el rabito.
Sólo el menor ha llorado
diciendo: —¡Quiero un helado!
Todos terminan la cena
con la guatita bien llena.
A los mayores pichones
dice el Papá estas razones:
—Hijos míos, ya estáis hechos
unos pingüinos derechos,
y el momento ya ha venido
en que forméis vuestro nido
que nuestra ley determina:
un pingüino, una pingüina.
Búsquese pues cada cual
una pingüina cabal.
Se van un tanto mohínos
los mocetones pingüinos.
Uno con aire muy fiero
fue haciéndose el pendenciero.
Al verlo tan maceteado
todos se le hacen a un lado.
El otro que era muy dije
se daba facha de pije,
los pingüinitos lo admiran
y las pingüinas suspiran.
Andaba alegre y jovial
muy de florcita al ojal.
De pronto, sin saber cuándo,
se encontró escuchando un bando.
Redobló el tamborilero
y dijo así el pregonero:
—Manda el gran Rey de Pingüinia
que todos anden en línea
y ni un soltero ha de haber
en edad de merecer.
Pingüinita se espabila
y forma en primera fila.
Pingüinillo que la vio
ante ella se paseó.
Contoneándose estaba
por ver si la enamoraba.
Le trajo de la barranca
una piedrita muy blanca,
pero la muy consentida
se hizo la desentendida.
A sus plantas con afán,
trajo otra azul el galán.
Pingüinita rabitiesa
siguió haciéndose la lesa,
hasta que ya harto el pingüino
tomó por otro camino.
Vio a Pingüinilla preciosa
que lo miraba amorosa.
Como prenda de su amor
buscó piedras de color,
y una roja vio brillar
a la orillita del mar.
Pingüinilla ruborosa
dice que será su esposa.
Se van en un periquete
muy contentos del bracete.
Ya están rebién instalados
junto a los demás casados.
En su lindo nido nuevo
Pingüinilla puso un huevo.
No les digo lo dichosos
que son hoy ambos esposos,
Pingüinilla y Pingüinillo
con su pichón que es muy pillo.
Al Pingüino maceteado
por soltero han condenado
a que se vaya muy solo
a buscar camorra al Polo.
Marta Brunet
Chile
♦
CONEJÍN EL TRAGÓN
Conejito y Conejita
tenían una casita
con su ventana y su puerta,
su jardincito y su huerta
donde no faltaba nada:
coles, nabos y ensalada,
y en septiembre y en abril
un poco de perejil.
Un arroyo que murmura
les da en verano frescura,
y un árbol de tronco eterno
leñitas para el invierno.
Su goce no tuvo fin
cuando nació Conejín.
Fue la cuna del pimpollo
hecha de hojas de repollo,
y un rabanito le mete
su mamá como chupete;
pero era tanta su hambruna
que tragó chupete y cuna.
En una linda mañana
se escapó por la ventana;
verdurita que veía
a mordiscos la comía,
su guatita estaba llena
de ajíes y berenjenas.
Tomando el huerto por suyo
pronto no dejó ni un yuyo,
no bien un retoño asome
come, come, come, come.
Tragó al sentirse en ayunas
cuatro docenas de tunas.
Conejín de puro hambriento
pasó por muy mal momento;
creyó que tenía anginas,
pero eran las espinas.
Pronto, y no les digo cómo,
le asomaron por el lomo.
Conejito y Conejita
volvían de una visita.
En cuanto abrieron la puerta
quedaron con la boca abierta
al ver a su Conejín
transformado en puercoespín.
Conejita como loca
se clava apenas le toca,
y el Conejito papá
en busca de auxilio va,
en tanto que Conejín
cree llegado su fin.
Trae Conejito en seguida
a una liebre muy sabida
en curar en un bendito
el mal de un animalito.
Llega y con mucha cachaza
le receta una tenaza.
Todas las púas de tuna
va sacando una por una.
Deja, untándole con sebo,
a Conejín como nuevo.
Conejita muy excitada
le da una buena palmada,
mas Conejín inocente,
de contento, ni la siente.
Papá Conejo aliviado
aún se hace el enfurruñado.
Porque la cura celebre,
mil pesos le da a la Liebre.
Conejín nuevo calambre
siente en la guata, de hambre,
Conejita con afán
le prepara un charquicán.
Le da acelga y betarraga
y Conejín traga y traga,
se atiborra en la cocina
de espinacas sin espinas…
y su guatita sin fin
nunca llena Conejín.
Por eso aquí le verás
roe que te roerás
y se nos va de esta historia
comiendo una zanahoria.
Marta Brunet
Chile
♦
HISTORIA DEL OSITO GOLOSO
Doña Cigüeña en su estuche
trajo a este Oso de peluche.
Mamá Osa y Papá Oso
lo encontraron amoroso.
Él, los contemplaba absorto
peludillo y rabicorto.
Iba mostrando la guata
al caminar en dos patas.
Si un pajarillo cantaba
al son del canto bailaba,
por ser sus patitas flojas
de popi cayó en las hojas;
pero, contento y feliz,
olvidó el duro desliz.
Quiso un día su destino
hacerle trepar a un pino
entre cuyas ramas viejas
había un panal de Abejas.
Al distinguir su pelambre
se alborotaba el enjambre.
La reina, loca de miedo,
se puso a rezar un credo,
y los zánganos ociosos
se despertaron rabiosos.
Y Osito, trepa que trepa,
sin importarle una pepa…
Don Chuncho se ha desvelado
ante tal desaguisado.
Y abriendo un ojo le dice
que hacia abajo se deslice
y que no piense en la miel
que no fue hecha para él.
Desoye Osito el consejo
del sabio don Chuncho, el viejo,
y aunque él mucho menos sepa
intrépido, trepa y trepa.
Tordito negro le canta
hasta romper su garganta,
diciéndole: —Si no dejas
de robar a las abejas
te podrá costar muy caro
aunque te parezca raro.
Pero el Osito ladino
siguió trepando en el pino.
Pasaba una Mariposa
muy colorina y hermosa,
bailando a su alrededor
hizo lucir su color
y le dijo muy bajito:
—Vuelve para abajo, Osito.
Y él contestó algo, muy feo,
pues repuso: —Huichicheo.
Doña Araña, que tejía,
sus agujas detenía
diciendo: —Cesa en tu carga,
la miel puede serte amarga.
Por tener muy duro el chape
trepó Osito mas a escape.
Hasta que hundió por su mal
las manos en el panal.
Las Abejas industriosas
se revolvieron furiosas
y, con fieras intenciones,
clavaron sus aguijones
convirtiéndole el hocico
en abultado acerico.
Le hacen, sin oír sus quejas,
orejones las orejas.
Y una Abeja audaz y sola
le picó sobre la cola.
Y Osito debió aguantarse
un mes sin poder sentarse.
Pero lo peor para él
fue que ni probó la miel
y tras de tanto trabajo
se cayó del pino abajo.
Don Chuncho, que lo veía,
gravemente le decía:
—¡Quien lo ajeno quiere hurtarse
que tenga dónde rascarse!
Marta Brunet
Chile
♦
EL TRIBUNAL DE LOS PÁJAROS
Esta es una selva umbría
con harta pajarería,
donde libres y felices
viven Garzas y Perdices.
De noche muy satisfecho
da el Ruiseñor do de pecho,
al despuntar la mañana
canta la Alondra muy ufana,
y a cualquier hora del día
el Pollito pía y pía.
En tanta paz la Cigüeña
duerme en una pata y sueña
que en un pañal, muy rollizos,
se trae cinco quintillizos.
Cual saliendo de un reloj
canta el Cu-cú sobre un boj.
De pronto se turba un día
tan excelente armonía;
todo fue por un pichón
chiquitito de Gorrión.
Su papito muy ufano
le traía un gran gusano,
y tuvo un escalofrío
al ver el nido vacío.
Llega mamita Gorriona
y mucho más se emociona.
Se arma un tremendo revuelo
entre las aves del cielo,
y ningún chisme se ahorra
la charlatana Cotorra
y dice: —Muy bien sé yo
quién al pichón se llevó,
conozco la parte flaca
de mi comadre la Urraca.
Quien sabe robar botones
¿por qué no ha de hurtar gorriones?
Ante tal acusación
tiembla papito Gorrión
y exige que caso tal
se lleve ante el tribunal.
Hace de juez la Lechuza
y redondo el ojo aguza,
gozoso de oler el mal
hace el Cuervo de fiscal.
Pedrito, el Loro hablador,
actuará de defensor
y al alegar se le escapa:
—Pedrito quiere la papa…
La Tenca, el Zorzal y el Mirlo
se retacan al oírlo,
y con Pecho Colorado
forman parte del jurado.
Dos Halcones inciviles
actúan como alguaciles,
traen de muy mala manera
a la Urraca prisionera.
Sentada en duro banquillo
se rasca algún piojillo.
Muy segura de su ciencia
la Lechuza abre la audiencia,
no toca la campanilla
por una causa sencilla:
rápida como una luz
se la tragó el Avestruz.
Envarado como un huso
habla el Cuervo y dice: —Acuso…
Pedrito le pesca al vuelo
y ataca diciendo: —Apelo…
Cuando ya el fiscal le abruma:
—¡No se dice a-pelo, a-pluma!
El Avestruz saltarín
se mueve y hace tin-tín…
Calmando a los oradores
dice el Chuncho: —¡Orden, señores!
De pronto, sobre el estrado
dos pichones han llegado,
mamá Gorriona da un grito
al ver a su gorrioncito
que apenas si se destaca
junto al pichón de la Urraca.
A todos los congregados
miran los dos asustados,
declaran aten testigos
que son los dos muy amigos.
Entre el general contento
todo se arregla al momento,
y el severo juez sanciona:
—¡La Urraca es buena persona!
Al Cuervo le sabe mal
tan venturoso final.
Y Pedrito exclama al punto:
—¡Por mí se ganó el asunto!
Les dieron a los pichones
alpiste con cañamones.
Mas la Cotorra susurra:
—Yo les daría una zurra,
la Gorriona debería
cuidar mejor a su cría.
Mas, nadie la escucha ya
y alguien trina: —¡Do-mi-fa!
Marta Brunet
Chile
♦
HISTORIA DE LA GALLINITA NEGRA
Esta era una Gallinita
como el carbón de negrita.
Hizo un día algo muy feo:
fue sin permiso a paseo.
Y se halló un portón abierto
que daba a un hermoso huerto.
Andando muy señorita
encontróse una Chinita.
Que tenía la cuitada
el ala izquierda quebrada.
Iba a saciar su apetito
cuando oyó un pequeño grito.
—No me comas, desdichada,
soy la princesa encantada.
Me encantó una bruja odiosa
porque era fea y yo hermosa.
No me comas, Gallinita,
cúrame mejor mi alita.
Para poderla curar
fue al Gato–Sabio a buscar.
Quien llegó muy complaciente
en un auto reluciente.
Don Gato que es curandero
le tomó el pulso primero.
Luego le puso un ungüento
y el dolor se fue al momento.
La Chinita sin herida
se sintió muy agradecida.
Y como buena princesa
no quiso hacerse la lesa.
Pagó al Gato con decoro
un ratoncito de oro.
Y a la Gallinita sola
le dijo: —Mira tu cola.
Vio dos plumitas con brillo
de oro sobre el popillo.
—Cuando estés en un apuro
haz –le dijo– este conjuro:
“Que se cumpla mi deseo
machi-pu-chi-bi-cho-feo”.
Alzó la Chinita el vuelo
y se perdió por el cielo.
Con sus plumas sin igual
se volvió para el corral.
El Gallo al ver tanta gala
se puso a arrastrarle el ala.
Su comadre la Gallina
le dijo que era “divina”.
Y los Pollitos a coro:
—Pío, pío y son de oro.
La Gallinita orgullosa
se empezó a poner chinchosa.
Peleó con doña Gallina
diciendo que era cochina.
Y cuando el Gallo cantaba
–ka-ka-ra-ká– remedaba.
Engreída con su cola
todos la dejaron sola.
Y a pesar de tanto brillo
un día tuvo moquillo.
Temblando de escalofrío
no pudo decir ni pío.
Creyó que se moriría
porque nadie la asistía.
Don Gallo y doña Gallina
se fueron hasta la esquina.
Los Pollitos tan campantes
fueron al jardín de infantes.
Al sentirse morir sola
Gallinita habló a su cola:
—Que se cumpla mi deseo
machi-pu-chi-bi-cho-feo.
El moquillo se curó
y al tiro una voz habló:
—Pedir pudiste una estrella
y te quedaste sin ella,
hacerle a todos favores,
y sólo quisiste honores.
Lo que pediste tendrás,
mas sin plumas quedarás.
En medio de un triste lloro
perdió las plumas de oro.
De nuevo fue servicial
con las aves del corral.
A su amiga la Gallina
le ayudaba en la cocina.
Y cuando el Gallo cantaba
Gallinita ni chistaba.
Y al fin tan bien se portó
que la Chinita volvió.
—Como prueba de amistad
ten otra oportunidad.
De nuevo apareció el brillo
en las plumas del popillo.
Porque el oro no destiña
prometió ser buena niña.
Y su palabra cumplió
porque a todos ayudó.
De mañana lo primero
aseaba el gallinero.
Si hallaba un pollito triste
le daba sopa de alpiste.
Y al pobre Patito Feo
lo sacaba de paseo.
Por linda y por hacendosa
todos la quieren de esposa.
Pero el Gallo entaquillado
era el más enamorado.
De alborada en alborada
le decía su tonada.
Y cuando ella le dio el “sí”,
él cantó: —Ki-ki-ri-kí.
En el casorio la Clueca
con el Gallo bailó cueca.
Y las plumitas de oro
de todos fueron tesoro.
Marta Brunet
Chile
♦
EL COCODRILO Y LA HORMIGA
Este es el cuento de un cocodrilo
que junto al río estaba dormido.
Una hormiguita que allí lo vio
hasta el hocico se le subió.
El cocodrilo notó cosquillas,
se despertó y vio a la hormiga.
Quiso matarla de un manotazo
y en el hocico se dio un porrazo.
Juan Guinea
España
♦
LA ESPIGA
Fábula XIII
La espiga rica en fruto
se inclina a tierra;
la que no tiene grano,
se empina tiesa.
Es en su porte
modesto el hombre sabio,
y altivo el zote.
Juan Eugenio Hartzenbusch
España
♦
EL PERAL
Fábula XXXIX
A un peral una piedra
tiró un muchacho,
y una pera exquisita
soltóle el árbol.
Las almas nobles,
por el mal que les hacen,
vuelven favores.
Juan Eugenio Hartzenbusch
España
♦
LOS TRES QUEJOSOS
Fábula XXII
¡Qué mal (gritó la mona)
que estoy sin rabo!
¡Qué mal estoy sin astas!
Repuso el asno.
Y dijo el topo:
Más debo yo quejarme,
que estoy sin ojos.
No reniegues, Camilo,
de tu fortuna;
que otros podrán dolerse
más de la suya.
Si se repara,
nadie en el mundo tiene
dicha colmada.
Juan Eugenio Hartzenbusch
España
♦
EL ÁRABE HAMBRIENTO
Fábula XXV
Perdido en un desierto
un árabe infeliz, ya medio muerto
de sed, hambre y fatiga,
se encontró un envoltorio de vejiga.
Lo levantó, le sorprendió el sonido,
y dijo de placer estremecido:
Ostras deben de ser. -Mas al verterlas,
-¡ay! (Exclamó) son perlas.
En ciertas ocasiones
no le valen al rico sus millones.
Juan Eugenio Hartzenbusch
España
♦
LA FUENTE MANSA
Fábula XXVII
Mira esa fuente plácida, Florencio,
que fluye sin rumor, y baña el prado.
Con su ejemplo enseñado,
haz al prójimo bien, y hazlo en silencio.
Juan Eugenio Hartzenbusch
España
♦
LOS CARACOLES
Fábula XLI
Dos caracoles un día
tuvieron fuerte quimera
sobre quién mayor carrera
en menos tiempo daría.
Una rana les decía:
Yo he llegado a sospechar
que sois ambos a la par
algo duros de mover;
antes de echar a correr,
mirad si podéis andar.
Juan Eugenio Hartzenbusch
España
♦
EL LINAJUDO Y EL CIEGO
Fábula XLVI
A un ciego le decía un linajudo:
Todos mis ascendientes héroes fueron.
Y respondiole el ciego: No lo dudo:
yo sin vista nací; mis padres vieron.
No se envanezca de su ilustre raza
quien debió ser melón y es calabaza.
Juan Eugenio Hartzenbusch
España
♦
CUENTO SIN TON, PERO CON SON
Bajo un calpo de ligubias
un crosepo se trimaba
y –mientras– con siete mubias,
don Blopa lo remalaba.
Tanto y tanto se trimó
tal crosepo enjalefado,
que don Blopa lo irimó,
creyéndolo oxipitado.
Moraleja: “Quien se trime
bajo un calpo de ligubias,
las consecuencias estime
y no confíe en las mubias.”
(Tal vez no entiendas lo loco
de este idioma ni con lupa…
El caso es que yo tampoco,
pero a mí no me preocupa…).
Como no existe el crosepo
y don Blopa es un invento…
¡te confieso que no sepo
por qué te conté este cuento!
Elsa Isabel Bornemann
Argentina
♦
ROMANCE DE LA GAVIOTA Y EL PEZ VOLADOR
En las playas más australes
donde habita el cormorán,
donde América termina,
donde es más azul el mar
vive el pingüino más viejo
de toda aquella región
que conoce mil historias
y este cuento me contó:
“Había un pez volador
–me dijo el pingüino sabio–
que suspiraba de amor
en un golfo solitario
por una gaviota blanca,
alado copo de luna,
que con las olas del mar
se daba baños de espuma.
La gaviota se paseaba
con sus aires de princesa
y en la arena dibujaba
con el pico una promesa
y el pez volador lloraba
todo el día sin consuelo
pero ella sólo miraba
de otros pájaros, el vuelo.
Desesperado de amor
por esa dama tan bella
voló el pez volador
más alto que las estrellas.
La gaviota deslumbrada
por ese asombroso vuelo
suspiró enamorada
y lo persiguió hasta el cielo”.
Así termina el romance
de la gaviota y el pez,
se casaron y tuvieron
un plateado gavipez.
Julia Chaktoura
Argentina
♦
FÁBULA DE NICASIO EL LAGARTO
Nicasio el lagarto
estaba bien harto
de andar por el monte
buscando un amigo
para hablar un rato:
“Pero todos corren
y no hablan conmigo
porque los espanto
con mi cola larga,
con mis ojos fríos
y mi gran olfato”.
¡Ay, qué vida amarga
la de los lagartos
que buscan amigos
para no estar hartos!
Andaba, les digo,
olfateando todo
a ver si encontraba
algún buen amigo
en alguna rama
pero no había bicho
como dice el dicho
que no se escapara
a-te-rro-ri-za-do
cuando el buen lagarto
husmeando y husmeando
llegaba cantando
y se estaba un rato
con su cola larga
usando su olfato
tal como les digo.
¡Ay, qué vida amarga
la de los lagartos
que buscan amigos
para no estar hartos!
Los mil animales
que habitan el bosque
ya estaban cansados
–corre que te corre–
de ponerse a salvo
cuando el buen Nicasio
llegaba despacio
buscando un amigo
para hablar un rato
y así decidieron
juntarse un buen día
y ver entretanto
qué se decidía
sobre el cocodrilo
de la cola larga.
¡Ay, qué vida amarga
la de los lagartos
que buscan amigos
para no estar hartos!
Los pumas, los zorros,
las víboras blancas,
los viejos flamencos
y las viejas garzas
dijeron a coro
que estaban hastiados
de escapar al monte
si en el horizonte
venía el lagarto
y habiendo pensado
varias soluciones
sin dar más razones
resuelven:
“Tenemos que echarlo”.
Se ponen de acuerdo
todos menos uno
porque el abejorro
sacándose el gorro
les dice oportuno:
“Le escapamos tanto
al pobre lagarto
que nunca supimos
por qué nos buscaba
pensando: es tan feo
que debe ser malo
con su cola larga
y hocico de palo.
¿Y si antes de echarlo
vamos entre todos
juntitos los codos
y le preguntamos
para qué olfatea
por estos pantanos?”.
Y fue en esa noche
que los animales
de todo aquel monte,
los grillos, zorzales,
pumas, moscardones,
salieron al claro
donde muy dormido
soñaba intranquilo
el pobre lagarto.
Nicasio, de pronto,
se encontró rodeado
de tantos amigos
que no pudo hablarles
y siguió tendido.
El buen abejorro
dio un paso al frente
y sacando pecho
le dijo derecho
sin mostrar los dientes:
“Ya estamos cansados
que busques y busques
entre los arbustos
y a todos asustes.
¿Qué buscas, Nicasio,
que vienes despacio
olfateando bichos?”.
El gran cocodrilo
lo miró a los ojos
y le dijo: “Amigos,
sólo eso buscaba
si los asustaba
no, no era mi idea
pero si escapaban…
¿cómo les decía
que apenas quería
conversar un rato
y tener amigos
que charlen conmigo?”.
Todos entendieron
y desde aquel año
en ese pantano
nadie escapó más
a ningún extraño
que llegara harto
oliendo las matas.
¡Ay, qué vida grata
la de los lagartos
que tienen amigos
en todos los ratos!
Esteban Valentino
Argentina
♦
LA PLUMA AVIADORA
¡Ay! No sé bien si me acuerdo
porque esto pasó en invierno.
Empieza así: En el plumero
que saca polvo al ropero
viajaba una pluma hermosa
pero un poco revoltosa.
Repetía a toda hora:
—¡Yo quiero ser aviadora!
Tanto lo dijo, que un día
cuando al balcón se subía
el plumerito a limpiar,
ella se quiso soltar
de la mano de su amigo…
(Por qué lo habrá hecho, digo,
ya que, dando un tropezón…
¡PUM! se cayó del balcón).
Como era livianita
flotó mucho, contentita.
Pero… ¡pobre!, porque el viento
¡se la llevó en un momento!
Gritaba: —¡Quiero volver…!
(¿Pero quién iba a entender
su voz fea, de lechuza,
llena de polvo y pelusa?).
Elsa Isabel Bornemann
Argentina
♦
HISTORIA DE UN FÓSFORO
Un fósforo de papel
¡ay! ¡se escapa!
Tiene marrón la piel,
marrón su capa.
En la casita azul
de cartón grueso,
sus noventa hermanos
lloran por eso.
Se va porque lo espera
en la cocina,
la fósfora de cera
blanca, ¡divina!
Los dos quieren prenderle
fuego a este mundo
pues los dejan vivir
pocos segundos.
La gente los arranca
de sus casitas
y raspa sus tan blancas…
sus cabecitas…
Después vendrá a casarlos
el sacerdote,
que es una vela negra,
largo cogote.
Pero el fósforo padre,
piel de madera,
espía enojado
tras la heladera:
—Yo quiero que mi hija
que es pura cera,
a un fósforo elija,
pura madera!
Y con fuerza lo ralla
al pobrecito.
¡Ay! Su cabeza estalla
rojo fueguito.
La fósfora, mirando
dice, sentido,
mientras se va apagando
su prometido:
—Mi pobre fosforito,
descansa en paz.
¡Gris, seco y finito
ya no sirves más!
En la casita azul
de cartón grueso,
sus noventa hermanos
lloran por eso.
Elsa Isabel Bornemann
Argentina
♦
EL HUECO DE LA MONTAÑA
Esta es la historia
de la gran montaña
que no tiene
ni un pelo de pasto.
La montaña tiene un hueco
y en el hueco vive un cuis
que dice que se va
que dice que se queda
porque esta es la historia
de la gran montaña.
La montaña tiene un hueco
y en el hueco vive un cuis
que dice que se queda
que dice que se va.
¿Qué hará?
Laura Devetach
Argentina
♦
PURO CUENTO
Este es el cuento
del elefante
que se cayó en un dedal.
¿Era chico el elefante
o era muy grande el dedal?
Para cuento
no está mal.
Laura Devetach
Argentina
♦
LA ELEFANTA
Este es el cuento
de la elefanta
que se metió
en la canasta
y para cuento
basta.
En la canasta vivía…
¿Cómo era que seguía?
Laura Devetach
Argentina
♦
EUGENIO DE BABILONIA
Empiezo mi cuento:
Hace mucho tiempo,
en una colonia,
allá, en Babilonia,
vivía el rey dueño
y su hijo Eugenio,
príncipe famoso,
valiente y buen mozo,
que usaba un anillo
de rosado brillo,
con piedras ¡así!
del mejor rubí.
Pero un día de frío
se le cayó al río
mientras, elegante,
se sacaba un guante.
Entonces, Su Alteza
sintió gran tristeza,
porque era un regalo
de su abuelo Lalo.
El rey, con enojo,
revolcó los ojos.
Contó, preocupado,
lo que había pasado
y a su pueblo dijo
con el dedo fijo:
—Premios diferentes
según quién lo encuentre.
Si es una mujer
que lo viene a traer,
a mi hijo hermoso
daré por esposo.
Si es hombre, un tesoro
de diamantes y oro.
La orilla y el puente
repletos de gente
con laaaargos rastrillos,
buscando el anillo.
Leonor y su tío
se fueron al río.
Llenaron los cestos
de pescados frescos
y por el sendero
a la feria fueron.
Martín Pescador
tras el mostrador,
a cada cliente
mostraba los dientes
porque sonreía
mientras les decía:
—Cómprenlos, señores,
que son los mejores!
¡Frescos mis pescados,
ricos y plateados!
¡Yo vendo corvinas
sin ninguna espina!
De pronto, Leonor
gritó al pescador:
—¡Oh, este pejerrey
grande como un buey!
Luego, con cuidado
limpió ese pescado
y con una lanza
le abrió en dos la panza
y dentro de ella
apareció, bella,
como en un sueño
¡¡¡la joya de Eugenio!!!
Martín Pescador,
la niña Leonor,
fueron al castillo
llevando el anillo.
Cuentan que fue tanto
de Eugenio el encanto
al ver a Leonor…
que le dio su amor.
Como era tan bella
se casó con ella,
le puso el anillo
¡le dio hasta el castillo!
de esa colonia
allá en Babilonia.
Elsa Isabel Bornemann
Argentina
♦
LI-PO
Li-Po, uno de los “Siete Sabios en el Vino”
Fue un rutilante brocado de oro:
Como una taza de jade, sonoro,
Su infancia fue de blanca porcelana,
Su loca juventud
Un rumoroso bosque de bambús,
Lleno de garzas y de misterios;
Rostros de mujeres en la laguna,
Ruiseñores embrujados por la luna
En las jaulas de los salterios,
Luciérnagas alternas
Que enmarañaban el camino
Del poeta ebrio de vino
Con el zig-zag de sus linternas,
Hasta que el poeta cae
Como pesado tibor
Y el viento
Le deshoja el pensamiento
Como una flor…
Un sapo de deslíe
Ronco
De Confucio un parangón
Y un grillo que ríe
Burlón…
Un pájaro que trina
Musical y breve
Como una ocarina
En un almendro
Florido de nieve.
Mejor viajar en palanquín
Y hacer un poema sin fin
En la torre de Kaolín
De Nankín!
Guiado por su mano pálida
Es gusano de seda el pincel
Que formaba en el papel
Negra crisálida
De misterioso jeroglífico
De donda surgía
Entres aromas de flor
Un pensamiento magnífico
Con alas de oro volador;
Sutil y misteriosa llama
En la lámpara del ideograma!
Los cormoranes de la idea
En los ríos azules y amarillos
Quieren con ansia que aletea
Pescar de la luna los brillos;
Pero nada cogen sus picos
Al romper el reflejo del astro
En azogados añicos
De nácar y alabastro…
Y Li-Po mira inmóvil
El río -laca bruna
Do el silencio restaura
La perla de la luna!
La luna es araña de plata
Que tiende su telaraña
En el río que la retrata
Y Li-Po el divino
Que se bebió a la luna
Una
Noche en su copa de vino
Siente el maleficio
Enigmático
Y se aduerme en el vicio
Del vino lunático
¿Dónde está Li-Po? ¡Que lo llamen!
Manda el Emperador desde su Yamen
Algo ebrio por fin
Entre femenino tropel,
Llega el poeta y se inclina;
Una concubina
Le ofrece el pincel Cargado de tinta de China;
Otra una seda fina
Por papel
Y Li
Escribe así:
Sólo estoy con mi frasco de vino Bajo un árbol en flor,
Asoma la luna y dice su rayo
Que ya somos dos…
Y mi propia sombra anuncia después
¡Que ya somos tres!
Aunque el astro no pueda beber
Su parte de vino
Y mi sombra no quiera alejarse
Pues está conmigo,
En esa compañía placentera
Reiré de mis dolores
Entretanto que llega la primavera.
Mirad a la luna que a mis cantos lanza
Su respuesta en sereno fulgor
Y mirad mi sombra que ligera danza
En mi derredor!
Si estoy en mi juicio
De sombra y de luna
La amistad es mía;
Cuando me emborracho
¡Se disuelve nuestra compañía!
Pero no pronto nos juntaremos
Para no separarnos ya,
En el inmenso júbilo
Del azul firmamento más allá!
Creyendo que el reflejo de la luna
Era una
Taza de blanco jade y áureo vino
Por cogerla
Y beberla
Una noche bogando por el río
Se ahogó
Li-Po
Y hace mil cien años que el incienso sube
Encumbrando al cielo perfumada nube
Y hace mil cien años
La China resuena
Doble funeral
Llorando esa pena
En el inmortal
Gongo de cristal
De la luna llena!
José Juan Tablada
México
♦
CANCIÓN DE LA RANITA TRISTE
¿Quién se llevó la sonrisa
de la ranita hacendosa?
Ella está triste en su casa
de un charco de orillas rota.
Cose, cose mientras llora,
cose juncos, cose rosas,
pero el hilo es de suspiros
y se quiebran en su boca.
Al baile de don Conejo
que se hará en el bosque en sombras
irán todas las ardillas,
los grillos, las mariposas.
Pero la ranita triste
ella tendrá que ir sola,
porque el sapo Galerudo
se marchó a la noche honda.
Cose, cose mientras llora,
cose juncos, cose rosas,
pero el hilo es de suspiros
y se quiebran en su boca.
De pronto… suelta la aguja
y salta alegre y gozosa.
Un trampolín de sonrisas
son sus ojos de curiosa.
Por el camino bien verde,
verde hierba, verde hoja,
viene el sapo Galerudo
todo vestido de cola.
Cose, cose mientras ríe,
cose juncos, cose rosas,
y el hilo ahora es de estrellas
que va prendiendo a su boca.
Graciela Genta
Uruguay
♦
LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO
Érase una gallina que ponía
un huevo de oro al dueño cada día.
Aun con tanta ganancia mal contento,
quiso el rico avariento
descubrir de una vez la mina de oro,
y hallar en menos tiempo más tesoro.
Matóla; abrióla el vientre de contado;
pero, después de haberla registrado,
¿qué sucedió? que muerta la gallina,
perdió su huevo de oro y no halló mina.
¡Cuántos hay que teniendo lo bastante,
enriquecerse quieren al instante,
abrazando proyectos
a veces de tan rápidos efectos,
que sólo en pocos meses,
cuando se contemplaban ya marqueses,
contando sus millones,
se vieron en la calle sin calzones!
Félix María de Samaniego
España
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Tomada de la novela Areia de playa, Areia de mar de la autora argentina Didi Grau, publicada por Editorial Cántaro en 2015, les comparto esta bella historia susurrada al oído de Areia por la caracola…
¡Ay, los tres marineritos
sin beber y sin comer!
Sube y baja su barquito:
la marea y su mecer.
En una barca de vela,
con las melenas al viento,
navegan tres marineros
volviendo de Barlovento.
El viaje se hace muy largo,
pasan meses navegando,
lejos de casa, agotados,
sólo con penas penando.
Tanta sed los marineros,
tanta agua en ese mar,
para beber, tres gotitas
y kilómetros de sal.
Tanto hambre marineros
y había para tragar
sólo tres galletas duras
y kilómetros de sal.
Se duermen sobre cubierta
y empieza un lindo soñar:
que están llegando a su tierra.
¿Quién quisiera despertar?
Se asoman tres sirenitas,
no hacen más que curiosear,
y viendo a los marineros
se ponen a cuchichear.
(Hace rato que le piden
nuevos juguetes al mar.
Y el mar, que es padre severo,
no las quiere contentar.)
Elige uno cada una,
lo lleva al fondo del mar.
Felices van las sirenas,
ya tienen con qué jugar.
Va por la mar un velero
volviendo de Barlovento
con la cubierta vacía,
sólo lo maneja el viento.
Argentina
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¡Me encanta andar por aquí!
Y a todos nosotros nos encanta tener puesta la mesa de lectoaperitivos con tus poemas, María Alicia. ¡Gracias!
A mí también!!
¡Gracias!
Un abrazo desde Segovia.
Marisa Alonso
Querida Astrid,
Enhorabuena por este banquete de deliciosos bocados y muchas gracias por invitarnos a tu mesa.
Soy alumna de la séptima edición del Máster en Libros para Niños y Jóvenes de la Universidad Autónoma de Barcelona que ya conoces ;), y tu proyecto está siendo una fuente muy valiosa de composiciones para mi propuesta de Trabajo Fin de Máster.
Un fuerte abrazo,
Begoña Rodríguez.
Hola Begoña,
¡Qué alegría lo que me cuentas! Porque precisamente eso he querido, servir de ayuda para quienes no conocen o son ya amantes de la poesía y la tradición oral, para quienes enseñan y quienes aprenden, para los que investigan… En fin, me pone muy contenta que este sitio te sea útil. Te deseo muchísimo éxito en tu TFM, que disfrutes tus asignaturas y las enseñanzas de profes tan top como los del Máster en la UAB.
Otro abrazo para ti,
Astrid
¡Felicidades! Sólo Astrid presenta semejante banquete. ¡Que lo disfrutemos!
Linda, Leibi Ng!!! Muchas gracias por pasar a probar y quedarte un rato compartiendo la mesa.
Un abrazo!
Astrid
Conoce alguien aquéllos versos que empezaban diciendo: Érase una viejecita casi en estado indigente pues en moneda corriente tenía la pobrecita cien millones solamente…
Hola Martha, Se parecen a los versos de LA POBRE VIEJECITA del colombiano Rafael Pombo (los que encuentras en LECTOAPERITIVOS DE POEMAS CON HUMOR), pero así tal cual no los conozco ni tampoco los encuentro en la web, lo siento. Por favor, si logras dar con tu búsqueda, compártela con nosotros!
Saludos,
Me encantaron todos , pero ademas , quisiera saber si alguien ha leido alguna vez El Ajo Sabio , un cuento que gano un premio en un festival que hacian en la Habana para los huertos escolares , en las becas de Marianao .
Me encantaría conocer ese cuento, El Ajo Sabio, ¿escrito en verso, Gertrudis? Por favor, si lo encuentras, compártelo para las mesas de Lectoaperitivos. ¡Sería un gran aporte!
Saludos fraternos desde Chile 56,
Astrid